Invierno.

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Law abrió los ojos lentamente. Se dio cuenta de su posición y sonrió. Estaba tumbado de lado, tu cálido cuerpo en esa fría mañana de invierno pegado al suyo, y sostenido por sus propios brazos. Suspiró contento y te acercó más aún a su cuerpo. Tu espalda estaba pegada a su pecho y vuestras piernas estaban enredadas entre ellas. Entonces, cuando el sueño se desvaneció un poco de su, normalmente, calculadora y compleja mente, se acordó del día especial que era esa mañana y no pudo evitar esbozar una sonrisa.

Le costó toda su fuerza de voluntad levantarse de la cama y separarse de ese cuerpo tan tentador, pero tenía que empezar con su plan. Se quedó unos minutos observándote, la manera en que te movías entre las sábanas y los suaves gruñidos que solías soltar sólo le hacían querer quedarse más, pero con un suspiro entró por fin en el baño.

Salió al rato de la estrecha habitación y vio, con alivio, que seguías dormida. Miró por la ventana y su sonrisa habría crecido más si hubiese sido posible. A dferencia de lo que habían dicho en el pronóstico del tiempo -el cual decía que ba a ser un día soleado-, pequeños y delicados copos de nieve estaban cayendo suavemente hasta aterrizar en las montañas blanquecinas que se estaban formando en el suelo. El clima no alteraba su plan en absoluto, de hecho lo mejoraba. Salió de su habitación y empezó a preparar el desayuno para su pequeña gatita.

Cuando te despertaste, lo primero que notaste fue una incómoda congestión nasal. Moqueaste un poco e intentaste acurrucarte más entre las sábanas, pero nada, seguías teniendo frío. Te levantaste de la cama y no pusiste un pie en el suelo hasta que tuviste las zapatillas lo suficientemente cerca. Saliste de la habitación, hace rato que te habías dado cuenta de su ausencia y, en una mañana como esta, lo único que querías era quedarte en la cama pegado firmemente a su pecho. Law tampoco se encontraba en el salón, así que entraste en la cocina y allí estaba, posando dos tazas humeantes que desde la puerta se podía oler que su contenido era café. Además flotaba en el aire el delicioso aroma de tortitas. Entraste en la sala y, sin que Law se diese cuenta -porque estaba de espaldas a ti- te acercaste a él y le abrazaste por detrás.

"(Tu nombre)..." Dijo suavemente, y aunque no podías verle, sabías que tenía una sonrisa en el rostro. Ibas a contestarle cuando notaste ese conocido picor en las fosas nasales, así que te alejaste de él y, tapándote la boca, te permitiste estornudar. Law se giró para mirarte con preocupación clara. Sacó las tortitas de la sartén y las colocó en un plato aparte antes de avanzar hacia ti. Tu expresión era una cansada, además tenías las mejillas y la nariz de un tono rojizo. Law puso una mano en tu frente y, tal como había pensado, tenías fiebre. Su expresión se ablandeció y te sentó en una de las sillas antes de colocar el plato de tortitas recién hecho delante de ti. Le miraste curiosamente mientras cogía otra silla y se sentaba justo delante de ti. Mucho para tu confusión, cogió el plato y el tenedor y partió un pequeño trozo. Entonces te miró con un suave ceño. "Abre la boca" El color que ya tenías en las mejillas a causa del posible resfriado se intensificó, pero al cabo de unos segundos obedeciste y dejaste que te metiese el tenedor en la boca, ni siquiera rompiendo contacto visual. Law lo hizo de nuevo, y secretamente estaba disfrutando tu reacción, sin embargo no dejó que saliese a la luz. Cuando el plato estaba casi limpio, por fin sonrió. "Feliz cumpleaños, (tu nombre)..."

"Sí, mamá. Muchas gracias por llamar. Y a ti también, papá. Tranquilos, sólo es un resfriado. Vale, adiós" Cogaste y te permitiste soltar un suave suspiro. Por razones de trabajo tus padres no podrían visitarte ese día, pero habían prometido hacerlo el siguiente.

Te encontrabas sentada en la cama de Law, viaje cortesía de tu novio que te había llevado como a una novia. Acababa de comprobar que, realmente, tenías un leve resfriado, nada grave, pero tendrías que descansar un poco. Y el día de mi cumpleaños... Suspiraste por lo que te parecía la enésima vez en la mañana, pero sólo había sido la quinta. Law volvió a entrar en la habitación y se sentó a tu lado en la cama.

Feliz cumpleaños: 4 estaciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora