Hábitos | KOOKMIN |

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Las sábanas estaban desparramadas por la cama, el cuerpo en medio del colchón se encontraba inmóvil, lo único que corroboraba su latente corazón, era el pausado movimiento que emergía en pequeños suspiros entrecortados.

Nuevamente se encontraba Jimin ahí, sin moverse y en un estado lejano al mundo. Sus ojos clavados se perdían en los hongos que se apoderaban de su rascacielos, ellos no se detenían, tonos aversivos pintaban lo que antes era un bonito amarillo. No quedaba nada de aquel color alegre que alguna vez envolvió la imagen del joven.

Todo había comenzado con pequeñas malas decisiones, diminutas, un átomo invisible a los ojos ajenos, que solo el tiempo era capaz de ver y dar forma.

Nadie podría haberse imaginado que esos errores darían un cambio tan brusco en su individualidad. Acumular basura gratis de ciudad logró comerse cada parte de su apartamento, no había sitio por dónde caminar con libertad.

Y de la manera que su espacio logró ser dañado, su mente radicó a la vagez de la vida. Ya no habían días productivos, comida saludable ni madrugadas corriendo por el parque.
Jimin había caminando en dirección a su redención.

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Jeon jungkook tenía una rutina estricta. Con la exactitud de 1 hora antes de la salida del sol, emprendía su ritmo a las afueras de la vecindad. Corriendo 10km ida y vuelta para mantener su cuerpo en forma y lograr avivar la flama de su éxito, acumular pequeños logros en su día a día lo llevaron a ser el hombre que era en la actualidad.

No había oscuridad alguna que volviera a acabarlo. Jeon tenía todo bajo control. No había que temer si su vida estaba ocupada y completa de productividad.

Pero como todo en la vida, nada parece ser blanco y negro, la soledad que albergaba en su corazón traspasó el caparazón que lo envolvía. Le reclamó a gritos y arañasos compañía de verdad, alguien que corteje su desastrosa y desesperada búsqueda de la felicidad.

Porque al final del agotador día, anhelaba la felicidad.

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