Winter Witch One Shots

Viejos tiempos

Pareja: Wanda Maximoff y James Bucky Barnes

Escenario: 40's

Fluff / Little Smut

AU

• °. ' ° . '

. •. ° ' ❄️ ' ° . • .

• . °. • '  

Farolillos de madera y amarillo, estaba completamente rodeada y fascinada por ellos. Realmente era un lugar muy acogedor, agradable y lleno de gente, pero en este momento parecía demasiado ocupada para no pensar en ello. Era una tontería aparecer aquí, en el mostrador, sin nadie que te hiciera compañía, y por mucho que Wanda estuviera acostumbrada, no lo había hecho del todo.

Había perdido a muchas personas en su vida, muchas de ellas muy importantes, y digamos que estar sola no le molestaba en absoluto, hasta que tuvo la prueba ahora. Por supuesto, cuando estabas solo y no volvías a encontrarte con esa persona, eso era una cosa, pero por otro lado, si esa persona no quería aparecer, entonces eso era otra cosa.

En ambos casos se quedó sola, no en la vida en general, sino ahora mismo. Pero ella era alguien que no perdia la esperanza, nunca lo haría ni ahora ni nunca, volvió la cabeza hacia la entrada, al escuchar que acababa de sonar el timbre y no, no era quien esperaba. De allí entró un hombre un poco más alto que ella, vestido con un uniforme típico de los que habían sido asignados para poder salir al frente, y tenía que decir que le sentaba perfectamente.

Se volvió hacia el mostrador y notó que el chico detrás de él la estaba mirando esperando que ella quisiera pedir algo, en realidad solo le faltaba a ella en el rollo, considerando que ya había servido a todas las personas sentadas cerca. Ella sonrió sin mostrar los dientes y pidió una tónica, no quería desahogar toda su frustración de la manera incorrecta, de lo contrario se habría arrepentido. Pero más que azotada y enojada, solo tenía envidia, envidia de las muchas personas que veía junto con amigos y parientes, incluso el hombre que había entrado poco antes había tenido la oportunidad de estar con alguien.

Se suponía que sería su última noche aquí en Brooklyn, antes de irse a Europa y él también estaba celebrando lo mejor que podía, con amigos, algunas mujeres merodeando a su alrededor y alcohol, mucho alcohol. Ella sonrió, tal vez estaba feliz por él, pero en el fondo sabía cómo terminaría ... dejó el vaso en la encimera y se enderezó, poniendo las manos sobre él. No tenía nada que hacer y perdió el tiempo retorciendo el brazalete sujeto a su muñeca o viendo, por enésima vez, si su esmalte de uñas rojo cereza oscuro estaba bien manchado. Pero con la mano firme que tenía, el resultado habría sido perfecto.

Mientras tanto, desde el fondo de la sala, en ese pequeño círculo íntimo de hombres, donde uno de estos pasaba su última noche en Brooklyn, llegaban los sonidos de risas y vasos de cristal golpeando la mesa.

—No son ni las diez de la noche y ya estáis borrachos—, dijo el hombre del uniforme.

—Estoy borracho, siempre puedes arreglarlo si quieres—, dijo uno de ellos, señalando primero a él y luego en dirección al mostrador.

—Es mi última noche, tengo que ofrecer ...— dijo levantándose de su silla y ajustando su chaqueta ligeramente arrugada.

Pasó por las mesas, ganándose miradas curiosas y guiñando incluso del resto de las chicas allí, logró corresponder con sonrisas o incluso guiños, pero a unos pasos del mostrador se detuvo en el acto: piernas largas y tez clara, envuelto en medias transparentes. Sus muslos estaban cubiertos con una pesada tela azul y también cubría su abdomen, senos y hombros hasta la mitad, su cabello estaba perfectamente rizado, sus labios rojos combinaban perfectamente con el esmalte que se ponía en las uñas.