¿Cómo era posible? ¿Qué hacía él aquí? Sin pensarlo demasiado, me acerque a él y lo abrace con fuerza. Él me respondió el gesto. ¡Oh, hace tanto que no lo veía! Luke Hemmings, fue mi último novio oficial. Hace más de cuatro años que no sé nada de él. Y ahora está aquí, de la nada. Luke se fue a vivir a Londres, porque su padre quería que estudiara derecho allí. Fue un gran amigo y novio para mí. Pero después de él, no volví a conseguir algo serio.
- ¡No puedo creerlo! ¿Cómo estás? – le pregunte contenta.
- Bien, bien. Llegue hace unos días de Londres, vine a ver a mi madre y a mi hermana – me dijo y sonrió - ¿Y tú, que es de tu vida?
- Vivo con Selena, una amiga. Y estoy trabajando – le dije.
Sentí como alguien se acomodaba la garganta. ¡Oh, casi lo olvido! Me di la vuelta y lo acerque a nosotros. Luke lo miro bien. Y Kendall miro bien a Luke. Ambos se estaban, por así decirlo ¿analizando?
- Él es Kendall, un amigo – se lo presenté.
- Luke Hemmings – le dijo él y tendió su mano.
- Un gusto – dijo Kendall y le respondió. Algo no estaba bien aquí, podía sentir la incomodidad en el aire. La tensión. Los mire a ambos.
- Mmmm, bueno – dije para romper el hielo - ¿Dónde te estás quedando? – le pregunte a Luke.
- En casa de mi madre, quise ir a un hotel. Pero ya conoces a mamá es demasiado posesiva – me dijo. Reír por lo bajo.
- Bueno, me alegro de que estés bien y de volver a verte – dije.
- Lo mismo digo – dijo él – Y si no te molesta ¿Podrías darme tu teléfono? Así no perdemos el contacto
- Oh, claro que si – le dije. Saco su celular y comenzó a anotar – Listo. Llámame y hablamos.
- Claro, bonita. Adiós – me dijo y se acerco a mí para besar mi mejilla. Pero se alejo rápido.
- ¡Auch! – dijo por lo bajo. Lo mire extrañada.
- ¿Qué te sucede? – le pregunte.
- Sentí una puntada en el estomago – me dijo. De reojo mire a Kendall. Este sonrió levemente. ¡Oh, es un tramposo!
- ¿Estás bien? – le dije. Me miro.
- Si, si. Te llamo hoy en la tarde-noche – dijo.
- Está bien, estaré esperando – dije. Él se fue.
Sin poder creerlo me gire a verlo. Él clavo su seria mirada en mí. Lo mire fijo, desafiante, intentado intimidarlo. Pero solo conseguí que él me intimidara a mí. Como siempre.
- ¿Por qué hiciste eso? – le pregunte.
- ¿Quién era él? – me contestó con una pregunta. Arquee una de mis cejas y lo mire bien.
- ¿Celoso? – dije en forma de pregunta.
- ¿Quién es él? – volvió a repetir la pregunta, pero más despacio. Más amenazante.
- Luke Hemmings, fue mi último novio oficial. Hace 4 años que se fue y no lo veo desde entonces. Nada importante, ¿Listo? – le dije.
- ¿Por qué le diste tu número? – dijo.
- ¿Qué es esto un interrogatorio de novio molesto? – le dije. Se acerco desafiante a mí.
- Creo que no estás en condiciones de no contestarme – me dijo por lo bajo. ¡Dios, era tan aterrador!
- Vamos, diablito. No te tengo miedo – dije. Arqueo una de sus cejas.
- Podría hacerte lo que yo quiera – dijo. Reí burlona.
- Pues fíjate que no. No puedes hacerme el amor – le dije. Sonrió levemente, le di donde más le duele.
- Pero puedo matarte.
- No serías capaz – dije.
- ¿Cómo lo sabes? – me preguntó. Y en verdad no estoy segura de contestar a eso. Lo mire fijo y trate de encontrar mi respuesta en sus ojos.
- Porque nunca nadie me ha mirado como tú me miras – le dije.
- ¿Ni él? – dijo refiriéndose a Luke.
- Ni él, ni nadie. Solamente tú – mire su boca y trague saliva. Solo necesito probarlos, tenerlos. Por lo menos medio segundo – ¿Por qué le hiciste eso a Luke? Así no vas a demostrar que tienes algo bueno dentro.
- Solo estaba probando si ese poder aun esta en mí. Y gracias a Dios, si lo está. ¡Gracias Barba! – dijo elevando la voz en la última frase.
- Pues para mí fue porque estás celoso – le dije y baje la mirada.
- Pues, tenlo por hecho que sí. Fue por celos. Y si no hubiese tenido el poder, le hubiera pegado con el puño – me dijo sonriente. Lo mire bien.
- Eres tan malo – dije divertida.
- ¿Cómo haremos para encontrar algo bueno en mí? – me preguntó.
- Solo debemos hacer cosas que por lo general nunca haces y ponerte a prueba y no lo sé – dije divertida.
- Ya encontré algo bueno dentro de mí – me dijo. Lo mire sorprendida.
- ¿A si? ¿Qué cosa? – pregunte intrigada.
- Tú – me dijo.