(...)
Doyoung es el dios del amor, Jaehyun es el dios de la muerte y Taeyong es un ser humano. En un mundo donde los dioses y los humanos coexisten, no es imposible que las dos entidades se enamoren.
(...)
Las lágrimas de Taeyong no dejaban de correr por su hermoso rostro y su corazón no dejaba de doler. Su dolor era tan profundo que podía sentir que le dolía físicamente.
Entonces pensó que tal vez en otro mundo sería feliz. Y por eso cada día deseaba que el dios de la muerte viniera y acabara con su miseria.
Como dirían los ancianos.
Ten cuidado con lo que deseas.
(...)
La noche era oscura, pero la luna roja hacía del cielo un océano de carmesí. Se reflejaba en los ojos de Taeyong, amplios y firmes mientras sentía el aire frío. Llevaba puesta su túnica de satén negro, el viento casi acariciaba cada parte de su cuerpo. Era bastante aterrador, él solo en el porche de su mansión en medio del bosque, sin saber del todo si algo o alguien le estaba observando detrás de los altos y espesos árboles.
Con su resplandor pleno, la luna de sangre se enfrentaba a él. Sabe que debería estar asustado, pero lo único que sentía era la pena que le abrazaba y asfixiaba lentamente su cuerpo.
—Es la hora —susurró para sí mismo. La luna roja era un símbolo de que estaba llegando.
Entró lentamente en su mansión, sintiéndose pesado con cada respiración y paso que daba. Cerró las pesadas puertas y se dirigió a su habitación, mirando cada ángulo de su cámara. Se suponía que este lugar debía calmar su dolorido corazón, pero todo lo que podía sentir en ese momento era la desesperación envolviendo su pecho.
Tocó cada uno de los libros que alguna vez leyó y recordó la absoluta alegría que le producía leer las líneas y sentir las emociones de los personajes que amaba. Deseó poder llevarse esos libros con él. Realmente deseó poder hacerlo, pero no puede. No en ese mundo, susurró.
Luego tocó todas las prendas de su armario que había hecho. Recordaba haber sido tan feliz dibujando y cosiendo sus piezas favoritas que se ponía cada vez que salía a pasear por la ciudad cercana. A menudo le felicitaban por la forma en que la ropa abrazaba su cuerpo a la perfección y por cómo se adaptaba a sus extraordinarios rasgos.
Taeyong vio su reflejo en el enorme espejo dorado que estaba rodeado de rosas frescas. Era su flor favorita desde que era un niño. Sus padres incluso construyeron un jardín de rosas sólo para él. Sonrió con cariño ante ese recuerdo, pero no llegó a sus ojos. Se miró a sí mismo y vio todas las emociones almacenadas en esos dos huecos. Emociones. Seguramente echará de menos todos los sentimientos que sintió en este mundo. Ya sea la alegría, la pena, la emoción o los disgustos que experimentó.
Lo echaría todo de menos.
Se preguntó si todavía sentiría emociones en el lugar al que va.
Se detuvo en su mesa y se sentó en la silla de madera. Casi todos los espacios de su mesa estaban ocupados por cartas. Se quedó mirando la tinta y el papel durante tanto tiempo que se convenció de que tenía que hacerlo.
Se le apretó el pecho y, con las manos temblorosas, empezó a escribir.
Carta para mi amor, eras mi miseria. Eras un sabor melancólico y doloroso de cada palabra silenciosa dicha jubilosa, dulce y paradisíaca.
¿Por qué hacías creer a cada alma golpeada que eras verdadera? No lo eras.
He sentido muchas cosas por ti. Tus profundos ojos marrones miraban directamente a mi alma. Fuiste tú quien destruyó mis costillas que protegían la carne que me mantenía vivo. Con las manos desnudas, te adueñaste de ella como si fuera una molestia.
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ꜥꜤ fate of death ⌁ ֶָ࣪ ˒ jaeyong 𖥔 traducción
FanfictionResumen: Doyoung es el dios del amor, Jaehyun es el dios de la muerte y Taeyong es un ser humano. En un mundo donde los dioses y los humanos coexisten, no es imposible que las dos entidades se enamoren. (...) Las lágrimas de Taeyong no dejaban de co...