Humo en otoño | Shinichiro x Akane

02 | Hojas sobre el cabello

》Escucha como las hojas crujen, lindo ¿no?《

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Hay algo hermoso en ver las hojas con colores otoñales caer sin prisa alguna en cualquier lugar. Se dejan llevar por el viento y no tienen problema en caer en el cabello de alguien.

—Linda, tienes algo en cabello.

—También tú.

Ambos sonrieron y llevando una mano al cabello de su pareja quitaron al mismo tiempo las hojas secas. Sobre el pavimento yacía una alfombra de hojas secas que crujían cuando las pisaban al pasar.

—Es lindo escuchar cuando las hojas crujen —murmuró Akane distraída por las hojas que caían de los árboles debido al viento. Su estación favorita siempre había sido el otoño, muchos dirían que la primavera era la más hermosa pero ella encontraba fascinante como el otoño se ocupaba de  alejar lo viejo para dar paso a lo nuevo.

—Pero es más lindo ver como caen en tu cabello —afirmó Shinichiro acercándose a Akane para besarle la frente. Ella sintió que su estómago tenía un colapso y su primer reacción fue sonreír.

—Siempre buscas una excusa para hacer esto —le golpeó el hombro suavemente— ¿Por qué no simplemente me dices: déjame besarte?

—Porque... —Shinichiro se inclinó para susurrarle en el oído— Si me dices que sí, no creo ser capaz de detenerme solo con un beso.

Ella enrojeció y se negó a mirarlo imaginando la expresión que tendría Shinichiro en ese instante y todas las formas en que le besaría al no ser suficiente uno –porque siendo honesta, ella también no sabría ser capaz de detenerse sólo con uno, no cuando el usaba ese tono de voz–. Cubrió parte de su rostro con la bufanda y como nota mental se dijo que no debería provocar a Shinichiro nunca más.

—¿Qué pasa linda? No me digas que te he dejado sin palabras —se burló tratando de acercarse a ella pero Akane se alejó nerviosa de su desvergonzado novio.

—Las palabras me sobran, pero no el aliento si te llego a decir que sí —le respondió, Shinichiro jadeó mirándola con asombro -y quizás deseo-. Akane se echó a correr antes de decir algo más, las hojas bajo sus pies crujian a cada paso.

—¡Oye, vuelve aquí! —Shinichiro se apresuró a perseguirla sobre aquella alfombra de hojas que se extendía frente a ellos.

Mientras ella seguía corriendo reía siendo perseguida por un chico que tenía muchas ganas de besarle.