Apenas te vi en esa sala, blanca, pálida, y llena de desconocidos, supe que estaba en problemas. Ni siquiera podía mirarte mas de 3 segundos, me avergonzaba. Ni siquiera te esforzaste en ocultar que no eras un chico normal de 21 años, demasiado silencio, demasiada calma en ti.
Los días pasaron y pocas veces pude hablar contigo, no me atrevía a crear contexto. Eramos 8 personas, obviamente se notarían mis intenciones si lo intentaba, no cometería el error de nuevo. Paredes blancas, juegos de monopoly, cambios de guardia, películas, salidas a fumar, días y noches, pastillas...
Cuando te ibas tuve la oportunidad perfecta de conocerte un poco mejor, tus gustos, y hubo una promesa: nos veríamos de nuevo para compartir un caño. Un éxito rotundo para mi.
En tu ausencia mi vida siguió y luego yo salí y te busqué. Me confesaste el porqué de tu comportamiento: eres un ángel caído. Tienes un ala blanca y una negra, antes Lucifer y ahora predicador. No tenía sentido para nadie, aunque te veía tan calmado, meditando y pensé que me decías la verdad. Yo misma creo en algo más. Me ofreciste ver tu don.
Me aferré, sentía dolor y quería que existiera un Dios, un ángel o solo un salvador que me ayudara en mi camino. Me gustaste cuando te vi, pero ahora solo quería tu amistad ser tu discípulo.
Nuestro encuentro se pospuso muchas veces pero yo seguía ahí. Pasó más de un mes y pude verte, ni siquiera tenia el valor de mirarte a los ojos por lo que me perdí ese placer aquella vez.
Me dijiste que los que no creían en Dios estábamos perdidos, a merced de la maldad, y por un momento te creí. Me pregunté ¿Por eso sufro tanto? ¿Por eso soy tan miserable? pero duró poco, no existe manera de que si existe un Dios, valide mi sufrimiento y el de millones en el mundo, es imposible, si es así Dios sería un psicópata. Aun así te di el beneficio de la duda, era una mente dispuesta a abrirse ante su existencia por ti.
Hoy, luego de verte hace una semana por segunda vez -ahora si viendo tus ojos cafés- me doy cuenta que en ese Psiquiátrico tu eras un paciente más, como todos -incluyéndome- cargando un mal que nos domina, afecciones en nuestros cerebros que nos hacen a veces ver y sentir cosas que no siempre son así. Me costó aceptar que puede existir alguien tan calmado y tan enfermo a la vez y ahora solo siento lástima por ti.
Yo solo quería ser tu amiga, seguirte en tus ideas y apoyarte como nadie más lo hace, pero al fin y al cabo eres un chico de 21 años, con mente de 21 años y sabiduría levemente sobre el promedio. Quizás no me rechazaste por maldad o quizás lo hiciste porque no creo en un dios, nunca lo sabré. Me libero de esto porque solo eres un falso ángel, un humano terco y ninguna persona se merece el dolor solo por no creer en tu Dios.
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BORDERLINE
RandomEscritos de alguien con Trastorno Limite de la Personalidad (TLP) o Borderline dissorder