Te encuentras sentado en tu sofá frente al televisor observando una noticia sobre el abuso sexual de una niña cometido por su padre. No te interesa, estas más absorto en tus pensamientos preguntandote: ¿cuanto tiempo tienes qué esperar antes de acabar con tu vida?
Te levantas y caminas a tu habitación siendo tu objetivo el primer cajón de un mueble ya acabado por los años y el uso que le has dado. Lo abres y observas por instantes largos un arma de la cual no sabes nada más que el uso que le darás. Ya acabado de contemplarla, la tomas con tu mano derecha y llevas el cañón a tu sien. No sientes miedo, tristeza o alguna emoción excitante, para ti es como si sólo fueras a comprar algún comestible a la tienda que esta a corta distancia de tu hogar. Por esa razón decides esperar un poco más. Miras el reloj de pared que tienes frente a ti. Este marca las 06:37 de la noche. Piensas un poco y te das un plazo con 24 horas de espera.
Tu hora de suicidio fue acordada contigo mismo y como persona formal y cumplida que eres es imposible que llegues tarde a una cita de tal índole.
El arma que sostienes en la misma posición la devuelves al lugar del que la sacaste. Cuando te retiras de tu habitación te miras en el espejo por casualidad, sorprendiéndote al ver tu lamentable imagen. Cabello sin corte alguno, barba descuidada, ropa sucia y arrugada. Eres un desastre. Esa no podía ser la apariencia de un suicida. Así que fuiste directo a la regadera para bañarte como hace mucho tiempo no lo hacías. Pusiste atención en la higiene de todas las partes de tu cuerpo procurando que ni un sólo centímetro de tu piel tuviera rastro alguno de suciedad.
Cuando quedaste satisfecho con el trabajo caminaste de nuevo a tu recámara esta vez en busca de ropa. Abres tu guardarropa y miras con detenimiento en busca de algo apropiado y allí está, un traje informal, marca francesa que te regaló tu hermana menor esperando que algún día vistieras con elegancia y no como acostumbras. Te vistes esperando no verte ridículo. Para tu sorpresa no estaba tan mal, era un tanto incomodo pero no insoportable. Ya con el traje sólo faltaban calcetines, zapatos, fajo y un reloj acorde según el estándar actual y los tenias por aquella ocasión en la que tu hermana convenció a tu madre para regalarte los complementos de su obsequio.
No tuviste que buscar mucho para encontrarlos aun estaban en sus cajas, en el mismo lugar en el que los abandonaste desde que te los obsequiaron. Abriste cada caja, colocaste cada objeto en su lugar y te observaste de nuevo con el espejo, pero aun faltaba algo para estar listo, eso era el cabello y la barba. Pensaste por un breve lapso en hacerlo tú, como siempre pero por la situación de la que se trataba optaste porque lo hiciera un profesional. - ¿Quién? - Te preguntaste. Ya hace tanto que no ibas a un establecimiento de este tipo que no sabias en que dirección dirigirte, Recordaste que no hace mucho te dieron una tarjeta con la ubicación de una barbería y que por alguna casualidad que más bien parecía previsto la guardaste en la cartera.
Caminas al lugar en donde siempre que llegas a tu departamento desde hace mas de tres años colocas cartera y llaves. Tomas ambos objetos de suma importancia, guardas las llaves en un bolsillo, luego tomas la cartera con ambas manos, abres y buscas la tarjeta de cartón esperando que aun esté ahí, la encuentras, lees anverso y reverso, la introducen en el lugar en donde estaba, guardas la cartera y te vas.
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23 Horas y 59 segundos de vida
RomanceSantiago a sus 32 años a tomado la elección de suicidarse ya que su vida sólo a sido un desperdicio y se encuentra vacía, pero al no sentir lo que él esperaba se da un lapso de 24 horas de espera para arrebatar su vida.