"Soy un guardián. ¿Que cómo lo sé? Me lo dijo la Luna."
Esas fueron las últimas palabras antes de que todo ocurriera. Antes de que aquel fatídico hecho acabara desencadenando una nueva vida, una nueva oportunidad.
¡Gracias a la Luna!
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Los Guardianes, a petición mía, me habían dejado en las tierras altas de Escocia, un lugar que siempre quise visitar, al menos desde que la ví en el gran globo de Norte y captó mi total atención.
Y allí estaba yo, Jack Frost, rodeado de bosques, campos y acantilados por doquier.
Volé y reí durante un largo tiempo hasta toparme con un gran y frondoso bosque cuando, de repente, escucho un extraño sonido, un rugido.
Un oso enorme y negro se alzaba con un porte elegante, pero amenazante, frente a mí.
¡Vaya, vaya! Esto será divertido. Pronto, la cara del terrorífico animal se vio atacada por decenas de bolas de nieve. Otra victoria para Jack Frost.
Viendo el soleado tiempo que hacía, una fugaz idea cruzó mi mente. ¿Cómo se tomaría aquel sitio una leve ventisca acompañada de nieve al estilo Jack?
Lamentablemente, mi poder se me escapó de las manos y, finalmente, el lugar se vio cubierto por una gruesa capa de nieve y un fuerte viento que soplaba en todas las tierras altas de Escocia.
Yo, Jack Frost, había abusado de mi centro y al final lo pagaría pero,¿de manera buena o mala?