siete

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Para ser justos, y porque no tenía ninguna otra opción, les dio el fin de semana. Contra su mejor juicio, salió en citas con los tres y trató de hacer su mejor esfuerzo. Después de todo, no tenía que casarse con el tipo, ¿cierto? Solo tenía que dejarla embarazada.

Incluso después de su cita, no pudo soportar a Nelson. Era lo bastante educado, y sostuvo las puertas abiertas para ella y se comportó como un caballero. También fue controlador y un poco demasiado anticuado para su gusto. Habían ido a un restaurante, de su elección, ya que los gustos de ella no eran “nada buenos”, según él. Una vez allí, había ordenado de inmediato por ella antes de que hubiera tenido la oportunidad de mirar el menú, y cuando intentó pedir un cóctel, él le había dicho que no consideraba apropiado que las damas beban en público. Por supuesto, cuando ella le gruñó, cambió de tono.

Montgomery no fue mucho mejor. Habían ido a un restaurante… el
mismo al que Nelson la había llevado. Una vez allí, Montgomery le había interrogado sobre su hermano. ¿Si le había gustado Nelson? ¿Él había pagado la cena o se había ido por las ramas? ¿Pensaba que su hermano era el más guapo de los dos? Todo parecía ser una competencia entre ellos, y esa fue una gran decepción para ella. Solo imaginó tratar de acostarse con el hombre. Probablemente le preguntaría por las técnicas de Nelson y le sonsacaría quién había sido el mejor. Tampoco quería someter a su futuro hijo a la vida competitiva de su padre.

Cory la había llevado a una bolera, y habían jugado unos cuantos
partidos durante la conversación. Para su sorpresa, a ella realmente le gustó Cory. Él era agradable, de bajo perfil, y tolerante. También era un porrero que vivía en el sótano de sus padres, pero supuso que no podía tener todo. Lástima que su apellido era Janitor. Cory era bastante agradable, pero solo porque era el menor de los tres males no significaba que ella quería tener su bebé.

Después de la cita en los bolos, se dirigió a su apartamento, sola, y miró a su teléfono, debatiéndose. Después de un momento, suspiró.
En desesperación, llamó a la agencia de citas una vez más. En lo que parecía ser parte del curso, escuchó el correo de voz de Ryder.

—¡Hola! Te has comunicado al escritorio de Ryder St. James —sonó en voz alegre—. No estoy disponible para contestar tu llamada en este momento, pero déjame un mensaje y tu número de cuenta, y te voy a devolver la llamada tan pronto como sea posible. ¡Qué tengas un día estupendo!

—Hola, um, ¿Ryder? No recuerdo mi número de cuenta, pero es Jennie Kim ligre que está a punto de entrar en celo. Supongo que no tienen a muchas de esas en la agencia, así que espero que recuerdes quién soy. De todos modos, lo que quería decir es que no marqué a nadie en mi tarjeta en lo de Emparejamientos Rápidos de la otra noche, pero… —Suspiró, odiándose a sí misma, incluso por sacar el tema—. Pero me preguntaba si alguien me marcó. Si es así, ¿puedes dejarme saber? Estoy dispuesta a reconsiderar salir con cualquiera que me haya seleccionado. De todos modos, espero tu llamada. — Jennie tartamudeó su número y luego colgó, odiando haber tenido que rebajarse a esto.

Las opciones eran definitivamente pocas y cada vez menos. Tal vez tenía que hacer una lista de atributos que buscaba en un hombre, y entonces podría reducir su selección (bastante escasa).

Después de todo, siempre podría ir con una jeringa para pavo y asaltar un banco de esperma o algo así, supuso, pero eso no ayudaría demasiado con su celo. Necesitaba tener sexo, y punto.

Su apartamento estaba demasiado caliente. Abanicándose con un
cuaderno, Jennie abrió todas las ventanas, dejando que la helada brisa del aire invernal entrara. El sudor se acumulaba en su frente. Tal vez podía hacer su lista mientras tenía una agradable, relajante y fría sumergida en la bañera para que su temperatura interna bajara un poco.

Jennie se desnudó y llenó la bañera, añadiendo un poco de baño de burbujas. Dio un suspiro de placer cuando sumergió sus extremidades en el agua fría. Inmediatamente se sintió mejor. Recogiendo de nuevo su cuaderno, tocó su labio con la pluma y pensó.

Si estuviera buscando hombres para sí misma, diría que le gustaban los hombres altos. Cabello oscuro. Con músculos. Un poco peligroso. Alguien con una especie de personalidad mandamás que no fuera arrogante o condescendiente. A ella le gustaba alguien que sabía lo que quería, pero que confiaba en ella lo suficiente como para tomar sus propias decisiones y no trataría de anularla. Escribió algunas notas, y entonces reflexionó. ¿Tatuajes? Por alguna razón últimamente había encontrado los tatuajes sexys…

Se quedó inmóvil en el agua helada, y miró la lista. Cabello oscuro. Con músculos. Alto. Tatuajes. Mandamás. Jisoo. Todo era Jisoo. Maldita sea.

Arrojó el cuaderno y la pluma hacia el otro extremo del cuarto de baño y se hundió en la bañera, sus mejillas ruborizadas de vergüenza. Suponía que podía mentir a los demás pero no a sí misma.

¿Realmente quería tanto a Jisoo? ¿Cuándo su apreciación por ella se había vuelto hacia el absoluto deseo?

Era malo desear a su Alfa. Malo, malo, malo. Eso estropearía una relación que no podía permitirse el lujo de arruinar definitivamente. Las cosas ya eran lo suficientemente incómodas para ella como una de las pocas mujeres en el clan tigre. Agreguen su herencia ligre, y las cosas ya eran extrañas. ¿Un enamoramiento por su Alfa? Solo hacía las cosas aún peor.

Su mano se deslizó hacia su vientre bajo el agua, y se quedó mirando su cuerpo desnudo a través de las burbujas. Siempre había pensado que era bastante atractiva, si no fuera por la cosa de la altura. ¿Alguien como Jisoo encontraría a una mujer como ella atractiva?

Jennie elevó una de sus largas piernas en el aire, estudiándola. Sus músculos eran firmes, su piel bronceada. Tenía un buen cuerpo. Un rostro promedio, tal vez, pero un buen cuerpo.

Ahora Jisoo, tenía un cuerpo increíble. Se imaginó sus
musculosos brazos, envueltos con tatuajes, y un escalofrío de deseo se disparó por ella. Su mano se deslizó más abajo, a su sexo. Era solo estar en celo lo que hacía que estuviera tan excitada, se dijo.
Pasando una faceta.

Aun así, se imaginó los musculosos brazos fuertes de Jisoo y sus dedos se deslizaron entre los labios de su sexo, buscando su clítoris. Ya estaba ardiendo de deseo; estar en celo le daba una reacción de gatillo para cualquier cosa sexual. Un rápido golpe de sus dedos y contuvo el aliento. Esto… no estaba ayudando en su enamoramiento ridículo por Jisoo.

Y, sin embargo. No pudo resistirse a deslizar los dedos sobre su clítoris otra vez y luego rodear el brote sensible con repentinos movimientos seguros. Estar en celo la estaba volviendo loca, como un huracán desatado, y en cuestión de segundos, jadeaba a través de las olas de un orgasmo poderoso, su otra mano aferrándose al borde de la bañera, salpicando agua a un lado con la fuerza de sus movimientos. La fuerza la hizo estremecerse hasta la medula.

Había tenido relaciones sexuales antes. Definitivamente había tenido orgasmos. Pero nunca como eso. ¿Todo eso por unos roces rápidos de sus dedos? Por Dios. Cuando por fin encontrara al hombre que sería el padre de su hijo, iba a despedazarlo. Eso de seguro descartaba a los seres humanos y cambiadores más
pequeños.

Jennie se hundió aún más en las gélidas aguas. Sus opciones parecían estar disminuyendo por momentos.

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