G (Kimetsu No Yaiba)

Introducción

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La historia de una persona puede dar mil vueltas, puede ir para arriba o para abajo, y en esto nadie se equivoca, ¿Por que digo esto?, por que lo he vivido.
Yo era conocido como "El gato negro", todas las leyes me buscaban en cualquier lugar al que yo iba. Según la gente, yo era peligrosa, una desalmada, una criminal, todo lo malo lo conocía a pesar de ser solo una niña. Pero, un sencillo día cambio mi suerte, y que fue lo que pasó? Me convertí en la pilar con un corazón ardiente... Pero bueno, vayamos por partes, más exacto, en donde mi historia comenzó....

Cinco años habían pasado desde la ultima vez que pude tener una vida normal. Una noche en donde mis padres y varios miembros de mi familia fueron brutalmente asesinados, ... No sabía si era alguna especie de castigo para mi hermana y para mi, pero era un hecho de que eramos las últimas sobrevivientes de nuestra familia... Aun recuerdo como una noche, habíamos sido escondidas en un rincón secreto de la casa, mi madre dijo que los veríamos por la mañana, de que no salieramos de aquel cuarto hasta el amanecer. Nosotras en plena inocencia aceptamos, y una vez vimos el amanecer llegar, salimos de la habitación, no había algún ruido, solo varios muebles hechos pedazos, no le dimos importancia y solo salimos de casa, pero, al salir, solo vimos a mi padre y madre colgados en un arbol, siendo balanceados por el viento, con los intestinos de fuera, con uno de sus dos ojos colgando... Habían sido torturados hasta la muerte, en sus ojos había lagrimas, sus craneos estaban abiertos, los brazos fueron arrancados con fuerza, las piernas tenían una especie de mordidas, una especie de canival los había capturado, colgado del arbol y eventualmente, comiendoselos enfrente de ellos hasta morir... De mis padres aún caían las gotas de sangre desde la punta de sus pies... Yo solo tenía 8 años... Solo grité, quería que fuera una pesadilla, pero era más real que nada... Eventualmente me enteré que todos mis familiares sufrieron destinos similares... Incluso los policias dejaron el caso por cobardes... Le tuvieron miedo a quien fue bautizado como el asesino del arbol de la horca, ahora no es más que una leyenda para los demás, pero para mi, es un trauma que seguirá hasta el fin de mis dias... Desde entonces, he estado vagando como una hoja sin rumbo a lado de mi hermana de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo... Solo era una niña de 13 años la cual ya era buscada por la policía en varias ciudades, pero ¿qué más podía hacer? Necesitaba robar comida y asesinar a personas peligrosas para al menos estar viva... Vaya vida de mierda estarán pensando varios, lo sé, también yo pienso lo mismo, pero, por más malo que sea este modo de vida, aun tenia motivaciones por vivir, y esa motivación era mi hermana, una chica de quince años, la cual, a pesar de los golpes de la vida, a sabido sobrellevar una sonrisa, la verdad me impresionaba como ella a pesar de los pasares, sigue sonriendo, era algo digno de admirar...

Mi hermana y yo hemos recorrido varias ciudades a lo largo de estos cinco años, partiendo desde las ciudades más grandes como Tokio, y llegando a ciudades vacías que ni siquiera tienen un nombre digno para ellas. He conocido asesinos, cazarrecompensas, ladrones, entre muchos más, vaya que de ellos puedes aprender cosas, como por ejemplo, el saber como asesinarlos de formas crueles.... Desafortunadamente todo lo que se lo aprendí en las calles, por obvias razones en la escuela no enseñan, aunque sin embargo, las calles no dieron nada bueno para mi. No es que este modo de vida sea el que recomendaría a cualquier niño, pero, son las únicas oportunidades que tengo. Que no daría por ser una niña normal...

-Nos buscan en otra ciudad, ¿verdad? – Mencioné en un tono despreocupado y con algo de enfado. Mi nombre era Midori Nakamura, una chica de ojos rojos como el rubí, cabello hasta las caderas con mechones rojos

-Desafortunadamente si, cada vez es más difícil evadir a la policía de cada región, nuestro nombre se esta esparciendo por todas las comunidades a una velocidad mayor a la que podemos viajar— Mencionaba en un tono preocupado mi hermana, Azami Nakamura, una chica diferente a mí, sus ojos eran de color azul. Su cabello apenas llegaba a sus hombros.