Me encontré

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El primer nombre que tuve...


Fue oscuridad.



Fue lo primero que conocí. Fue lo primero que experimenté. Fue lo primero que entendí.

No había paredes. No había ruido. No había nada.

Y pronto, entendí la soledad, y el espantoso silencio que hay en ella.

Apenas comprendí que absolutamente nadie me encontraría, fue que me detuve y me rendí.

Me rendí sin siquiera intentarlo.

No tenía otra vida que no fuera esa.

Lo primero que pensé después de un tiempo sin moverme, fue que en algún momento encontraría luz. Y aunque la oscuridad es la ausencia de luz, jamás la encontré.

Caminé, y caminé. Sin cesar.

No obstante, nada ocurrió.

Así que me senté a esperar.

Y esperé.

La cantidad de tiempo que perdí en ello fue inmensa. Casi imperdonable.

Sabía que estaba sufriendo. Sabía que me necesitaban. Sabía que debía moverme, y tratar de salir. Sabía que estaba llorando, agonizando, perdiendo.

Pero no me moví.

No lo hice.

Pero no me arrepiento.

La cantidad de tiempo que perdí en ello fue inmensa.

Casi imperdonable.

Y no fue hasta que, de la nada. De repente. Sin esperarlo...

Ví luz.

Era la más pura y brillante.

Ahí estaba, esperándome.

Y me moví.

Por fin lo hice.

Me levanté, y corrí hacia ella con rapidez mientras mi corazón se aceleraba y la ansiedad aumentaba. Mis piernas temblaban, sin embargo tenía la total seguridad de que no flaquearían.

Apreté los puños en cuanto a lo lejos vi un cristal impidiendo mi llegar a la luz.

Sin pensarlo corrí más rápido y salté, rompiendo el cristal.



Abrí los ojos.

Y me sorprendí.

Sentí como mi corazón se estrujó de melancolía y mi sonrisa se ampliaba.

Posé mis manos sobre el espejo de mi habitación y llorando miré mi reflejo.

La felicidad me invadió, así como sentimientos guardados que debieron haber llegado antes.

Y observándome, observando mis lagrimas, observando mi labio temblar en una sonrisa. Sin poder creerlo, por fin pude decir y liberarme por lo dicho...






— "Ya era hora"
















































—Less

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