vingt

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2017

Días después, cuando un incómodo chico de cabello dorado aparece en el gimnasio del instituto listo para hablar con su ultimo profesor para justificar sus casi tres semanas de ausencia, no puede evitar retroceder un paso cuando todos los presentes voltean a verlo con sorpresa.

No era de extrañar su reacción, después de todo, él desapreció de un día para otro sin dar explicaciones y de la nada regreso con el rostro lleno de hematomas que no han desaparecido en su totalidad.

Intenta esconder su rostro en la sudadera que tomo prestada aquella mañana del ropero de cierto chico que no ha visto en todo el día y que inconscientemente empezó a buscar con la mirada.

La situación le parecería cómica de no ser por el enorme inconveniente de que todas las miradas estaban puestas sobre él, llenas de curiosidad e intriga, listos para atiborrarlo de preguntas que definitivamente no responderá.

Suspira agotado, sabe que no puede quedarse parado como un idiota todo el día, así que se adentra el raramente silencioso lugar e ignora los pares de ojos que lo perforan intensamente con cada paso que da.

Su cabeza comienza a punzar, irritado. Ha pasado todo el día de un lado para otro sin descanso, teniendo que explicar porque no ha asistido, escuchando a la gente esparcir rumores sobre él o simplemente tratando de ponerse al corriente con apuntes, tareas y lo más tedioso: exámenes.

Así mismo ha estado preocupado debido a que su promedio se vio fuertemente afectado por lo acontecido, incluso si los resultados de sus exámenes fueron decentes, necesitaba sacar una calificación casi excelente la próxima vez para poder pasar el año.

Chasquea la lengua con fastidio, por primera vez en su vida se atrevió a sentirse verdaderamente furioso con su padre.

Kenma jamás ha sido un alumno sobresaliente y de calificaciones maravillosas, le cuesta mucho poder pasar sus materias sin tener que procrastinar en el proceso.

— ¡Kenma! —unos brazos lo aprisionan evitando que pudiera seguir caminando y al mismo tiempo sacándolo de sus pensamientos.

El peli-teñido suelta todo el aire retenido y mira de reojo al alto chico que lo tiene retenido en medio del gimnasio. Levemente lo golpea en el estomago con su codo, tratando de apartarlo mientras le dirige una mirada aburrida queriéndole hacer entender que lo encuentra molesto.

Kuroo curva sus labios en una sonrisa cuando las mejillas teñidas de un ligero color carmesí lo delatan.

— Quítate —intenta apartarlo débilmente nervioso.

— No seas pesado —lo regaña con una deslumbrante sonrisa y en voz baja agrega un—:, te extrañe.

— Nos vimos esta mañana —le dice simulando tranquilidad, pero el cosquilleo en su estomago se vuelve cada vez más enérgico.

— No es suficiente —se queja como un niño pequeño en busca de afecto.

— Que empalagoso —sonríe débilmente intentando, removiéndose para intentando apartarse.

Estuvieron jugueteando entre ellos dos durante un rato más, en el cual Kenma olvido el motivo por el cual fue ahí en primer lugar.

— ¡Cuanta crueldad! —se atreve a decir –gritar– un castaño desde las bancas del gimnasio —. Literalmente te desapareces por más de dos semanas y cuando vuelves ni siquiera nos diriges la mirada, has herido mis sentimientos Kenmita.

El chico de ojos dorados gira la cabeza justo en el momento que Kuroo aprovecha para besar su sonrojada mejilla y gruñe fastidiado porque su objetivo fue bloqueado por un enano ruidoso que no sabe mantenerse en raya cuando se es necesario.

WHO IS? | KUROKENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora