Eran largas las noches y cortos los días, me sentía como un soldado en la trinchera, muriendo de ansiedad sin saber si mañana sería la última equis en el calendario. Hubo un antes, siempre lo hay, habrá un mañana, siempre lo habrá, aunque ya no estemos. Aprendí que acostumbrarse estaba mal, pero me había acostumbrado a ignorarlo, pues estaba conforme con este estado de inestabilidad. No sé si íbamos o veníamos, solo caminábamos de un lugar a otro sin pensar, sin sentir, sin vivir. Cómo explicar lo que las palabras no pueden describir, entonces una sonrisa lo dijo todo, ¿Y si no hubiera palabras? ¿Podríamos decirlo todo con gestos y expresiones faciales?Qué hay de esos como yo, esos de cara amargada y mirada perdida que no hace más que extender el silencio de sus palabras con el vacío de sus ojos, pero, ¿Cómo no responder a esa sonrisa? Era como una grieta en una habitación oscura que deja pasar un poco de luz, solo un poco. Tal vez yo no tengo la magia de hablar, tal vez ellos no tienen la dicha de entender, pero ella quería hablarme, sabiendo que no hay lenguaje descifrable para quien habla entre murmullos y desahoga todo en silencio. Nunca hubo la necesidad de gritar al mundo lo que pensaba, siempre hemos derramado palabras sin llenar ninguna cuenca y hemos cerrado la boca cuando queríamos inundar el mundo, será que ella quería llenar algún recoveco en mí.Resonó una guitarra en la ventana de una casa, un musico empezaba sus rituales para entregar su alma a la música, así somo un poeta entrega su alma a la lírica, derramando tinta verso a verso ¿Y yo, a que entregaría mi alma? Lo había pensado ya, muchas veces, muchos pasos atrás, pero nunca me importo, pues asumí que mi alma me pertenecía, pero hoy no, hoy quería volar, sumergirse en un profundo vacío sí era lo que necesitaba para volver a flotar, estaba hastiada de ver la vida desde dentro. Caminamos hasta llegar al lugar de siempre, tal vez éramos conocidos, o talvez no, no sé en qué punto difiere uno del otro, pues el lugar de siempre es el mismo para mí, pero no para ti, la mente. Hay conocidos que no recuerdo y desconocidos que me hacen querer conocerlos, hay luces que guían y luces que ciegan.
Antes me vi en un espejo, me había percatado ya de la situación, no sé quién es el que se refleja en mis pupilas. La miré, recordé qué no entiendo la vida, y nunca la entenderé. La miré de nuevo y me miro, hablamos por un rato, la conversación nunca fue a ningún lado, fue como si ella entendiera que estoy cansado de pensar, de ser objetivo, de que todo tenga sentido, fue como si ella también quisiera olvidarse del mundo, como si quisiera decirme algo mas allá de las palabrasDos estrellas fugaces cruzaron el cielo dejando una estela, fueron sus ojos observando el panorama, elogiando al horizonte, como un crítico observando una obra de arte, o como alguien sin idea de lo que ve. Así somos, unos saben lo que ven, pero no lo entienden, mientras otros lo entienden sin saber nada. ¿Acaso no es esto arte, la contrariedad en la casualidad que da equilibrio al sin sentido? ¿No es arte su sonrisa, la perfección de la asimetría en ella? Es arte,aunque no lo entiendas, sabes que esconde un mundo, uno que quieres conocer. Así estuve por un rato hasta que entendí que ese rato nunca existió, el tiempo no pasa, no avanza, no existe, somos nosotros quienes nos movemos a través de la existencia, de la vida, alejándonos de ella, saliéndonos de sus límites. Existimos antes y ahora, existiremos después y después seguiremos, aunque la vida haya dejado nuestros cuerpos, de eso se trata, todo empieza por asumir que algún día debes morir, aunque hay quien deja de vivir antes de ese día. Así es la vida y se podría decir objetivamente que lo único que sabemos de ella es que es subjetiva, habiendo perdido toda objetividad antes aclarada. Las nubes pasaban rápidas empujadas por el viento, un viento nervioso y tonto que va de un lugar a otro sin detenerse nunca, huyendo siempre, y entonces nunca y siempre son lo mismo dicho desde el otro extremo de la mente. ¿Hacia dónde voy? Nunca sé lo que quiero, pues reclame a mi conciencia la necedad de siempre pensar, pero aquí estoy pensando en lo que no debo hacer, pensar. Seguramente soy un tonto, como el viento que no sabe a dónde va. La obviedad abre la puerta para gritar: Nunca controlaste a tu mente, tú mente te controla, Lo considere, pero hasta la obviedad se equivoca, siempre dejando una brecha entre la mente y el ser, ¿No son los mismo? Es probable que solo sea un pensamiento de hoy, un pensamiento de siempre, ya que el tiempo se volvió inteligible en mi mente. Somos la manifestación de la interacción entre el ser y la mente de manera paralela, como universos distintos que se complementan ¿Era lo que intentaba decirme a mismo?
Fuimos muy lejos, juntos, pero no dimos ni un solo paso, seguíamos estando físicamente en el mismo lugar. Esto es lo que la hace espacial, son muchos los que vivieron y murieron esperando algo así, esperando a esa persona que alimente a la mente, muchos murieron buscando esto, tantos sin siquiera saber que era esto lo que realmente querían. El sol se desplomó, pero en cámara lenta, se empezaba a esconder en el horizonte, nos invitaba a jugar. El viento se sorprendió y se detuvo a observar, las nubes descansaron por fin, después de su largo viaje. Sus ojos brillaban. Yo quería inundar el mundo, quería ahogarme en palabras. El cielo era rosa, rosa pastel, tan irreal como la existencia misma. Lo sé, nada es para siempre, por eso tuve miedo, siempre lo he tenido, pero ¿Si no es para siempre, por qué perder tiempo en temer? Eran estos actos de abyección los que me desesperaban. Era eso lo que impedía la sincronía de mi mente con la suya, estaba perdido, mi mente lo estaba. Emprendí un viaje, más allá de lo físico, tenia que encontrarme, nunca lo entendí, dejé a muchos atrás, a algunos tenía que dejarlos, a otros no, pero lo hice, era algo que me superba como persona. Redunde muchas veces alrededor de la misma idea. Tal vez no debí hacerlo, nunca lo entendí, nunca lo haré. Pasé tanto tiempo vagando que olvidé porque lo estaba haciendo, hasta que un día encontré una puerta abierta en lo mas profundo de mí. ¿Sería la obviedad quien la dejo abierta, cansada de esperarme? Al entrar me di cuenta de que era el lugar de siempre, con un viento apurado, unas nubes jadeantes fatigadas por la prisa del tonto que las empujaba siempre sin sentido y un cielo rosa que susurraba algo, algo que aun no entiendo, ahí estaba yo, esperando quien sabe que, tal vez esperándola a ella, o tal vez esperándome a mí.
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Cuentos Cortos
Short StoryLa inspiración va y viene, diluyéndose en pantanosas mareas de ideas confusas, aquí pretendo apresar esa inspiración.