Capítulo 2:
Despertarse fue como abandonar el mejor de sus sueños. Aunque claro, no era un sueño. Cuando se despertó seguía tumbada y completamente desnuda sobre su cama. Su cabello suelto y enmarañado debía parecer una vez más la melena de una leona y su cabeza le dolía. A su lado, el maravilloso Dios a el que idolatraba desde que le conoció, lucía exactamente igual que ella. Verle dormir era toda una delicia y no pudo evitar quedarse mirando su potente musculatura inerte por el sueño. Los mismos músculos que se estuvieron contrayendo durante la noche mientras hacían el amor como salvajes, como primates. Fue intenso, fue abrasador y sobre todo fue muy, muy placentero. Aún recordaba con absoluto detalle la batalla por quitarse sus ropas mientras se dirigían hacia su habitación. Recordaba la primera y salvaje cúpula. Recordaba la siguiente, cuando se bañaron el uno al otro en champán y se lamieron. También recordaba aquella placentera ducha y como su propia pasión les secó. ¡Oh, sí! Lo recordaba absolutamente todo.
Se echó el cabello hacia atrás con su mano derecha y bajó la mirada hacia la sábana que cubría la entrepierna. Desde luego, Inuyasha era de la clase de hombre que despertaba con ganas de acción. ¿Cómo podía tener tanto aguante? Cualquiera diría que era un hombre de casi cuarenta años. Había aguantado toda la noche como un campeón y había demostrado hasta que punto podía llegar a ser insaciable. Con él hizo cosas que hasta entonces había considerado sucias. Pero... le gustaba hacer guarradas con Inuyasha.
Sintiéndose atrevida, estiró la mano y agarró la sábana con la clara intención de apartarla y observar en toda su plenitud a aquel dios. No pudo hacerlo. La mano de Inuyasha sujetó su muñeca y ella se sonrojó por haber sido descubierta.
- Eres una pervertida Kagome Higurashi.
Antes de que pudiera intentar excusarse, tiró de ella y la tumbó sobre él para darle un apasionado beso.
.....
Sin duda alguna, Inuyasha Taisho se levantaba con ganas de acción, ella misma acababa de comprobarlo. De hecho, no podría sentarse en una semana por lo menos después de todo aquello pero merecía la pena o eso pensó mientras preparaba la cafetera. Eran las tres del mediodía, ¿qué mejor hora para desayunar el día de navidad?
Inuyasha había ido a su apartamento a ducharse y a cambiarse de ropa y después volvería para que desayunaran juntos. Él volvería. Cuando dijo que se marchaba ella pensó que era la despedida por así decirlo pero entonces él se inclinó, le dio un beso en la frente y le dijo que estaría en seguida allí para probar el bizcocho que hicieron. ¡El bizcocho! Se arrodilló y abrió la puerta del horno para ver el resultado. Suspiró aliviada al ver que había quedado perfecto. Ni se había quemado, ni estaba poco hecho. Había controlado bien el tiempo.
Se incorporó y dejó la cafetera sola para ir a mirarse al espejo de la entrada. Llevaba la misma ropa del día anterior. Ojala a Inuyasha no le importase algo como eso. Se ajustó las gafas en el puente de la nariz y volvió a la cocina para ir sacando las tazas. Entonces, fue cuando se topó con la carta. Ahí estaba acosándola, la mejor oportunidad de su vida. Justo cuando conseguía aquello por lo que tanto había luchado, el hombre de sus sueños se fijaba en ella. ¡Qué injusta era la vida! Sin embargo, Inuyasha parecía querer algo serio. No había huido de ella como si se tratara de una conquista rápida de una noche y no se comportaba tampoco como un hombre de esa clase. Si las intenciones de Inuyasha eran honestas, rechazaría la oferta.
Justo sonó el timbre de la puerta. Se colocó bien un par de mechones que se habían salido de su trenza francesa y abrió. ¿Por qué Inuyasha tenía que verse siempre tan magnífico? Los vaqueros se ajustaban a sus musculosas piernas y la camiseta negra de algodón no dejaba nada a la imaginación. Él le sonrió como ya acostumbraba a hacerlo, la abrazó y le dio un largo y profundo beso en la puerta de su casa; sin importarle que alguno de sus otros vecinos pudiera verles. Estaba segura, Inuyasha tenía que estar yendo en serio con ella.
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Regalo de navidad
Random¿Quién iba a esperar que hiba a esperar que saltará la chispa entre la aburrida profesora de química y el intrépido corredor de riesgos durante la noche buena? ¿Fue solo una noche... o tal vez... ¿Fue algo más? Derechos a: Bala-2006