Parte 3

13 3 1
                                    



El mes había pasado más rápido de lo normal, había estado estudiando sin parar, había salido con Teresa. Pero Dian no dio mas señales de vida desde aquella estúpida fiesta.

Estaba sentada en la cama escuchando Dancing in the moonlight, cuando alguien llamó al timbre en repetidas ocasiones. Miré el reloj, no era hora para recibir a nadie y tampoco esperaba a nadie. Me levanté soltando un bufido.

      -  ¿Quién es?- dije un poco desconfiada. 

     - Maura, soy Dian. - me quedé paralizada, ¿Qué hacía él aquí?.

Abrí la puerta, entonces lo vi; tenia un ojo morado, el labio y la nariz le sangraban. Me quedé mirándolo sin saber muy bien que decir. Hasta que él habló rompiendo el silencio que parecía separarnos.

  - Esto...¿puedes ayudarme?.- me dedicó una dolorida sonrisa y fue entonces cuando reaccioné. Asentí. 

Una vez dentro le limpie las heridas cuidadosamente, observe que tenia algunos hematomas en los brazos. No quería preguntar, no quería saber nada, esto me era muy familiar y un nudo empezó a inundar mi estómago. Pero la voz de Dian me sobresaltó:

- ¿Dónde has aprendido a curar tan bien Drew?.- me miró con curiosidad. 

- ¿Qué te ha pasado?.- no quería responder a eso, la verdad no quería verlo, pero no pude evitar acordarme de sus ojos cuando abrí la puerta, tan indefenso, tan frío y solitario...el Dian que conocía no era así.

Me miró, sus ojos se clavaron en mi con tanta intensidad que dolía, levantó la mano y la dejó sobre mi cabeza. Entonces se levantó y se dirigió hacia la puerta, una vez allí dijo:

- Hay cosas que simplemente es mejor ignorar, gracias por esto Drew.- se despidió de mi sin ni siquiera mirarme a la cara.

Me quedé en el suelo perpleja, pero lo único que pude hacer fue llorar, hasta quedarme dormida sobre la alfombra sin quererlo. 

Por la mañana tenía un punzante dolor en el cuello y los ojos me picaban tanto que me había costado abrir los ojos. Aún había restos de sangre en el suelo.

- Maldita sea, eso va a costar que salga. - maldije.

Me sonó el teléfono. Mensaje de Dian.

Dian: Perdona por lo de ayer, no sabía a quién más acudir y no quería volver a aparecer así por mi casa. Muchas gracias Drew de verdad.

¿Otra vez? ¿eso le había pasado más veces?. Negué con la cabeza y apagué el móvil, lo último que necesitaba era hablar con el. 

 Decidí que ducharme y dar un paseo por el centro, sería la mejor manera de despejarme, así que eso hice. Me puse el vestido azul que a mamá le gustaba tanto. Me sonreí en el espejo para animarme a mi misma, pareció funcionar porque ya estaba un poco más animada.

Caminé por aquellas calles fijándome en cada detalle, que me parecía peculiar, y me paré entonces en una estatua bastante curiosa. Eran una pareja de ancianos sentados en un banco, en el cuál en letras muy grandes por detrás ponía: ETERNAMENTE. 

- ¿No es adorable?. - me giré de golpe y vi a Dian detrás de mi mirándome con el ceño fruncido. Iba a responder cuando me interrumpió. - Ellos estaban muy enamorados desde muy pequeños, el día que se casaron él le prometió a ella que si algún día ella moría, inmortalizaría su existencia. Pero él murió antes que ella, asique fue ella quién los inmortalizó.  ¿No es bonito?.

Miré de nuevo la escultura, pude ver a dos personas amándose y viviendo cada minuto de sus vidas sin preocuparse por nada más.

- Si, lo es. -dije después de unos minutos.

-¿Ves como podías sonreir, Maura? - me sonrojé de inmediato, más por el hecho de que me había llamado por mi nombre y por la ocurrencia en si.

Me acompañó toda la tarde, haciendo bromas sin parar y yo me reía de sus ocurrencias, algunas graciosas de verdad y otras veces simplemente ridículas. A simple vista no parecía un chico que se metiese en peleas por gusto, ¿qué habría pasado?. Mis pensamientos fueron interrumpidos por un fuerte grito.

-MAURA VEN CORRE. - cuando llegué donde estaba me señaló el letrero. - Bienvenida al lugar de los sueños.- me susurró. Sonreí, era una librería bastante antigua que parecía sacada de un libro de verdad. las estanterías estaban  perfectamente ordenadas, olía a antiguo y a azahar. 

- ¿Entramos?- por primera vez, vi emoción en sus ojos, como si esto que íbamos a hacer fuese lo más especial del universo y quizás si lo era. 

Nos atendió un señor de unos sesenta años, era bastante alto y llevaba un bigote quizás un tanto anticuado para el siglo en el que estábamos, sin embargo su mirada brillaba mientras leía un libro de Arthur Conan Doyle. Cuando nos vio entrar miró a Dian y se acercó a nosotros.

- Cuanto tiempo muchacho, veo que hoy vienes acompañado. - me dedicó una mirada curiosa pero parecía sinceramente sorprendido. - ¿Cómo te llamas jovencita?.

-Soy Maura, encantada de conocerlo señor...

- Llámame Arthur.- sonreí al darme cuenta de que se llamaba igual que el escritor del libro que estaba leyendo. Pareció leerme el pensamiento porque en seguida comentó:- si, como ese escritor.

De pronto llegó Dian con varios libros en las manos, no me había dado cuenta ni de que había desaparecido en ese rato. 

- Ya estoy aquí, me llevo estos, ¿podrías envolverlos Arthur?- este asintió y sin decir palabra desapareció detrás del mostrador. Diez minutos después estábamos despidiéndonos de él.

- Volved pronto.- dijo casi gritando.

El camino hacia mi casa fue muy silencioso, no cruzamos apenas palabra, sin embargo no fue incómodo. Cuando estábamos delante de mi puerta, Dian  extendió  el brazo donde llevaba la bolsa y me dijo.

- Son para ti, como disculpa.- lo miré sorprendida.- prometo que algún día, te explicaré lo de ayer, mientras tanto, sigamos recorriendo librerías juntos.

Lo miré unos segundos y suspiré.

- De acuerdo Dian, pero espero que al menos la lectura valga la pena.- soltó una carcajada y observé como los músculos de su cara se relajaban quizás por primera vez en todo el día.

- Créeme que valdrá la pena.- acercó sus labios a mi frente.- Buenas noches, Drew.

Entré en mi casa, el corazón me latía a mil y notaba como mis mejillas se ponían coloradas. Me senté en mi escritorio y desenvolví el regalo. Sonreí al ver la portada de los libros. Me había regalado los tres primeros tomos de la detective Nancy Drew.

Maura: Eres idiota, Holmes.

Dean: Parece que te ha gustado mi sorpresa, Drew.

Maura: Me ha encantado.

Guardé el teléfono y me quedé mirando al techo hasta que me dormí.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 23, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El lugar de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora