XI

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Que valentina, y en general las tres mujeres se recuperaran de lo vivido esa mañana en su casa, tomó más tiempo del que hubiese imaginado.

La castaña de ojos azules había permanecido en la cama poco más de una hora completa antes de que pudiera recuperar el conocimiento y por lo menos otra más en que el mareo que decía sentir se disipara lo suficiente como para conducir de regreso hasta la mansión Carvajal.

Bárbara reconoció la desorientación, la neblina mental y el cansancio como parte de los síntomas que el recibir el alma de otra persona en tu cuerpo traía, así que quiso asegurarse que la chica estaba completamente espabilada antes de dejarlas ir.

Claro, esa había sido apenas la primera ocasión en que le tocaba atestiguar la conciencia del alma reencarnada tomando el cuerpo actual de su esencia en lugar del suyo, pero eso no quería decir que las sensaciones post-evocación fuesen distintas.

Lo primero que hizo después de limpiar su casa tanto de manera física como espiritual, fue llamar a Camilo, asegurarle que su sobrina estaba bien y proponerle verse allí mismo para comentar lo sucedido, juntar las nuevas piezas obtenidas de este rompecabezas diseñado por el destino y tratar de llegar a conclusiones que les fueran de ayuda a ambos, pero sobre todo a Juliana y Valentina.

Camilo, audiblemente más relajado al escuchar que la hija de su mejor amigo estaba sana y salva, accedió de inmediato porque el hombre era un apasionado de los temas y cualquiera sería un farsante si dijera que el caso no era uno de los más extraordinarios que hubiesen llegado a sus manos.

Era ya la tercera taza de café que su colega tomaba, pero no era de su incumbencia el darle consejos sobre cómo tener una vida más saludable. El hombre ya era un adulto y podía tomar decisiones por sí mismo.

— Entonces en realidad nada salió del guion que teníamos previsto, ¿no es así? — preguntó Camilo, sorbiendo el oscuro líquido, apoyando su mano libre sobre la pierna que tenía cruzada sobre la otra.

— Ni una sola coma — confirmó la bruja — aunque al principio pensé en no llevarlo a cabo porque Valentina sigue sin querer atar cabos y me dio un poco de pánico. Luego insistió y estoy segura que el alma que comparte con su bisabuela también se aferró a que lo hiciéramos, porque la llama se alzó de la nada.

— Sí, bueno, esa parte... ¿no podría ser que una ventisca se haya colado por-

La mujer de cabellera oscura rodó los ojos al escuchar indignada las palabras de Camilo.

— ¿Ya vas de nuevo con tu escepticismo sobre lo que yo hago y te digo que sucedió?

— Es que Bárbara, una vela teniendo vida propia es-

— Camilo — lo cortó, severa — te estoy diciendo que pasó. Todo estaba cerrado, no había manera de que entrara el aire por ningún lado. Además, en ningún momento dije que tuviera vida propia, los espíritus la usaron para manifestarse e indicarnos que tenía que ser hecho, así debía ocurrir.

— ¿Los? — el artículo en plural llamando su atención — ¿De quienes podríamos estar hablando aquí?

— El de Rebeca, claro, y probablemente el de la madre de Valentina, también.

— ¿Elena?, y ella qué posible interés podría tener en mediar en este asunto.

— ¿Te parece que una madre no se preocuparía porque su hija encuentre a la persona que significa su felicidad?, ¿Su alma gemela?

El hombre de cabello cano se quedó sin argumentos para aquella aseveración, no quedándole otro remedio que dar otro sorbo trago a su café, mientras observaba a la bruja comenzar a colocar tres naipes de tarot boca abajo sobre la mesita que los separaba.

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