𝑓𝑖𝑛𝑑𝑖𝑛𝑔 𝑙𝑜𝑣𝑒 𝑖𝑛 𝑡ℎ𝑒 𝑑𝑎𝑟𝑘 ༊*·˚

꒰♡꒱ 001. l o u i s

˚ · .༉‧₊˚. Louis PDV:

Suspiré dejando las bolsas del supermercado en el suelo con más fuerza de la necesaria para ejercer esa acción, pero en ese momento solo podía pensar en las marcas de mis manos a causa de lo pesadas que eran y en encontrar las dichosas llaves. Miré en todos los bolsillos y no las encontraba. Ni rastro de ellas. ¿No podía tener un poco de suerte al menos? Se ve que eso nunca fue una opción cuando se trata de mí, Louis Tomlinson.

Cuantas más ganas tenía de llegar a casa y tumbarme seguramente a ver alguna película con palomitas y envuelto en una manta o encender velas para relajarme, tomarme un poco de tiempo para cuidarme y cenar algo ligero y sencillo, leer con un té humeante a mi lado o escuchar un vinilo de Pink Floyd recién adquirido, más se complicaban las cosas.

Ya, víctima de la frustración y cansancio, resoplé sonoramente. Yo ya estaba seguro de que mi suerte nunca estaría de mi lado, así que el destino vio oportuno volvérmelo a recordar. Esta vez ya, definitivamente, comprobé que mi suerte era nula.

-¡Hola, Louis! -saludó amablemente mi vecino del apartamento enfrente al mío. Mientras, agitaba enérgicamente su mano decorada con varios anillos y esmalte de uñas.

-Hola. -murmuré seca y cortantemente para evitar sonar borde o enfadado, pero disimular nunca fue uno de mis fuertes. Lo digo porque creo que la mirada que le lancé fue algo aterradora y asesina.

-Perdona si te molesté. No pretend... -dijo cautelosamente, con voz pausada y algo amortiguada. También levantó las manos en señal de rendición.

-No, no. Perdón, es sólo que estoy cansado y no encuentro mis llaves de casa. -le corté, bajando la mirada, sonrojado y algo avergonzado.

-Uhm, ¿necesitas ayuda? -sugirió amablemente.

-Si no tienes prisa... -le respondí.

Entonces me regaló una de esas sonrisas relucientes y realmente hermosas. Esta era especial, pues dos hoyuelitos la acompañaban siempre a ambos lados.

Harry era mi vecino de hace un tiempo. Era amable y siempre te saludaba cuando te veía, aunque lo máximo que hablamos son conversaciones fugaces y sólo cruzábamos algunas sonrisas de vez en cuando. Tiene el pelo castaño con unos rulitos realmente adorables que caen despreocupados sobre sus hombros y unos ojos verdes que parecen un extenso campo en primavera; poseían un verde único. Era una persona tranquila, y, además, siempre te contaba algún chiste, que por muy malo que fuese, te sacaba siempre alguna carcajada.

Él tenía un físico que era muy lindo, pero era más su personalidad, el sonido de su risa y su forma de ser. Siempre alegre y enérgico. Además era muy deportista porque nunca lo había visto utilizando el ascensor pues siempre iba por las escaleras. No sabía si tenía coche, pero en ese caso apenas lo usaba porque siempre lo veía en bici o en el metro.

Prometo que podría estar mirando sus ojos por eternidades enteras; embobado con el color tan característico que poseen, perdido en ese campo en primavera y sin ninguna prisa de encontrar un camino de vuelta, con las mariposas de mi estómago causando alboroto y revuelo, con el brillo que emanan, por todo lo que trasmiten y porque ese verde esmeralda era lo más preciado en mi pequeño mundo.

Pero lo que no sabía era que yo estaba enamorado de él y de todas sus pequeñas cosas.

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