Sweet Birthday

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Diciembre 24
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Harry se estaba recargado en el marco de la puerta de la cocina cuidando que Louis no bajara por las escaleras. El pastel que con tanto esmero había horneado y decorado él mismo las últimas dos horas, se encontraba ya listo en la encimera de la cocina. Cuando Harry estuvo seguro de que su esposo no bajaría, entró de nuevo a la cocina en busca del encendedor o, en su defecto, los cerillos. Una vez los encontró, encendió la vela del pastel y se encaminó escaleras arriba hasta la habitación que compartía con Louis, solo esperaba no encontrarlo dormido ya.
La luz de la habitación estaba apagada, lo cual desanimó un poco a Harry, no quería que su plan se arruinara tan pronto. Para su sorpresa, la lámpara de mesa que estaba a un lado de donde Louis dormía estaba encendida y el castaño estaba recostado en la cama leyendo un libro, que según Harry, fue un regalo de cumpleaños del año anterior. Muy seguramente apenas recordaba que lo tenía.

— Feliz cumpleaños a ti… — cantó mientras se acercaba con cuidado hasta dónde su esposo.

Louis sonrió ampliamente al escuchar la melodía voz del rizado y sus ojos brillaron con emoción al notar que llevaba en sus manos el pastel.

— Hey, ¿Qué es..?— intentó preguntar

— Shh — interrumpió Harry con tranquilidad — Pide un deseo, amor.

Louis sopló apagando la vela. Miró a Harry buscando aprobación para hablar, el ojiverde asintió con una sonrisa.

— Gracias, cariño — contestó, plantando un dulce beso no los labios del contrario.

Se separaron con una gran sonrisa para luego bajar a la cocina de nuevo y así poder comer un pedazo de pastel antes de dormir.

— Hazz — llamó el ojiazul

— ¿Mmh? — asintió terminando su último bocado de pastel

— ¿De dónde sacaste un pastel a esta hora? amor

— Erm… — se relamió los labios — Lo hice yo — sonrió orgulloso.

Louis no sabía bien cómo reaccionar, hacía mucho que Harry no horneaba en casa y es que la última vez que lo había hecho, lo que sea que haya intentado hacer, resultó quemándose. A partir de esa ocasión, cualquier cosa que tuviera que hornearse, el rizado prefería comprarla antes de volver a quemar la cocina.  Entonces se dió cuenta que su querido esposo se había vuelto a hacer algo que amaba y por miedo había dejado de hacer, solo por él y eso lo hizo sonreír.

— Estoy orgulloso, cariño — sonrió aún más y dejándole un beso corto en sus labios.

— ¿te gustó? — preguntó mirando los bellos zafiros de quien tenía enfrente.

— Me encantó

— Me alegra porque casi quemó la cocina de nuevo — sus labios se fruncieron formando un tierno puchero — Bien vamos a dormir porque tengo planeado un día lleno de sorpresas.

— Ah, ¿sí? — Harry asintió mientras sentía enredar los brazos de Louis alrededor de su torso — mmmm estoy emocionado. — terminó dejando un beso en su cuello, recibiendo una risita como repuesta.

— Ya Lou, vamos a dormir.

— Bien — se separó a regañadientes y regresó a la habitación, con el rizado detrás de él.

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