Caminé hasta el patio y lo primero que me encontré fue a ella, si, vomitando el arbusto de Esteban. Reí un poco pero también sentí algo de pena y fui hacia ella sosteniendo su cabello lejos de la cara.
Esperé a que termine y, cuando pudo reincorporarse, no tardé en sacar un pañuelo para que se pueda limpiar.
—Gracias—dijo como pudo, aceptando mi pañuelo.
— ¿Estás bien? Creo que tomaste de más —asintió pero rápidamente, al hacer este movimiento, sus ojos se abrieron más y negó para voltear y vomitar lo que le quedaba.
No tardé en hacer lo mismo de antes y ayudarla, no estaba bien y por alguna razón no quería dejarla sola en este estado. Volvió a reincorporarse y a limpiarse el rostro con el pañuelo que yo le había dado.
—Ven conmigo— dije y ella me miró. Al estar a menor lejanía que antes pude notar sus ojos grises, de un tono bastante profundo y algo hipnotizante, debía admitir.
— ¿Por qué debería?—dijo alzando las cejas.
—Porque no estás bien evidentemente— noté como dudaba un poco y ¿cómo culparla? Básicamente soy un completo extraño que la quiere lleva a no sabe dónde en una fiesta con ella intoxicada, la mayoría de historias así no terminan bien. Intenté trasmitirle con mi mirada paz y confianza, por supuesto que no haría nada.
Al final supongo que funcionó porque asintió y tomé su muñeca con delicadeza llevándola entre la gente. Subimos con dificultad unas escaleras —yo ayudándola a subir cada escalón— y llegamos a la habitación de Esteban. Al entra la llevé al baño y, con delicadeza, la sostuve para que se pueda lavar la cara con agua fría.
—Lávate la cara con agua fría y quédate aquí, no te muevas— lo dije intentando que se quede parada sin caerse. Salí de la habitación y bajé las escaleras en busca de una botella de agua y un poco de comida, necesitaba reponer fuerzas después de vomitar tanto.
Subí las escaleras y la vi asentada en la cama. No dude en extenderle el agua dejando el sándwich en la mesa de noche. Prendí el aire acondicionado.Bebió más agua y comió lo que le había traído.
—El aire frío te ayudara— expliqué pero no dijo nada. Yo busqué, mientras, alguna caja de analgésicos en los cajones. Para mi suerte Esteban aún tenía. Le abrí la caja y le extendí uno de los paquetes— ¿Quieres que saque una yo delante de ti para que veas que es un paquete de analgésicos cerrado o prefieres hacerlo tu?
—Hazlo tu— lo abrí delante de ella y le extendí la pastilla. Ella rápidamente la tomó y cerró los ojos para tragarla.
—Puedes quitarte los zapatos si quieres y acostarte un poco, te hará bien— aconsejé, no es como si ni tuviera experiencia lidiando con personas quebradas.
— ¿Eres medico de ebrios o algo así?—bromeó. Ok si podía decir más de dos palabras era una buena señal.
—Algo así—dije divertido cuando se acostaba. El ambiente frío ya me estaba dando sueño— ¿Te molesta que me acueste junto a ti?—negó luciendo algo cansada.
—No hay problema, Scamander— comentó haciendo referencia a mi disfraz. Que lo haya reconocido me tomó algo por sorpresa ya que era la primera persona que me lo decía. Tomó un poco más de agua y se quitó las botas que llevaba dejándome ver una varita. Ella la tomó en su mano y se acostó.
— ¿Sabes de que estoy disfrazado?—estaba impresionado.
— ¿Nadie lo ha hecho?— preguntó mirándome.
—Nadie me lo dicho— negué.
—Es más que obvio que eres Newt, al menos para mi—dijo acomodándose en la cama. La vi temblar un poco y no dudé en quitarme el abrigo de Newt y ponerlo encima de ella, a decir verdad con el vestido puesto se veía desabrigada.
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La Música Y Tú
Teen FictionUna noche de Halloween, un karaoke y una canción fue suficiente para que todo cambie en su vida.