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"Tiene las piernas muy flacas".

"¿Acaso es anoréxico?".

"Ese niño me preocupa, está muy flaco, se le van hasta las costillas, me da cosa".

"¿Viste sus piernas?, es como ver dos palos andantes".

"Me pregunto si a ese niño le dan de comer en su casa, pareciera que está desnutrido".

Todos esos comentarios escuchaba todos los días en el colegio, de la gente que pasaba, de mis compañeros, de profesores, de varias personas que ni conocía, de muchas.

Me molestaba e incomodaba tanto eso, en serio.

Por esos simples comentarios, empecé a sentir inseguridades de mí mismo a una edad bien temprana.

Yo amaba mis piernas, mucho, amaba todo mi cuerpo y en especial mis piernas, por ser tan blancas cómo la nieve y por lo largas que eran, se me veían hermosas, pero...

Eso cambió cuando escuchaba esos comentarios.

Al principio lo ignoré pero cuando me empezaron a preguntar mis compañeros, me empecé a sentir mal conmigo mismo.

Más que me frustraba, ya que nadie me creía.

Yo en serio, comía mucho pero simplemente no engordaba ni un poco, para nada y eso que yo comía lo que debía comer un niño de mi edad.

Me estresaba no poder ser normal cómo los demás.

Quería serlo pero no lo era.

Incluso yo después me miraba detalladamente y ya entendía por qué la gente hablaba así.

De verdad me veía muy flaco.

De verdad preocupaba.

No es mi culpa tampoco.

No era mi culpa que mi cuerpo era así.

No era mi culpa que no importaba cuánto comiera, no había efectos.

No era mi culpa nacer así.

No era mi culpa ser un esqueleto.

Porque eso era.

Un esqueleto.

Un esqueleto

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Esquələtø¹-Kang Minhee.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora