En aquella habitación oscura
me asaltó la duda:
¿Obraría bien?
Ya poco importaba.
El triste diablo,
tirado en una esquina, rogaba.
Avancé hacia él,
a paso fiero,
Le puse de pie, le golpeé.
Acerque su rostro al mío,
y miré en sus ojos.
Aquellos temblorosos ojos,
manchados de lagrimas y duda.
Mas no atisbé,
ni rastro de arrepentimiento.
Aunque eso si, miedo.
Miedo pues sabía que aquella noche
yo llevaría acabo la justicia de los inocentes.
Me harte de lo que ví,
ví años de tortura y daño.
Lo hice, el otro tio de mi salió,
y con un puñal su garganta atravesó.
Su idigna sangre manchó la hoja.
Durante un momento,
apenas un instante,
siguió vivo, tan sólo para verse morir.
Y no encontraré en mi vida,
ninguna sensación mejor,
que el aire escapando de su garganta
y aquel cerdo agonizando.
Había corrido la misma suerte
que por sus actos, merecía.
Él la había destrozado.
Yo había hecho justicia.
Yo había iniciado,
el camino de venganza.

ESTÁS LEYENDO
Luz y Tinieblas
SonstigesEstos son mis poemas. No soy un experto, esta es mi primera obra. Fruto de mi propia, y a veces absurda, imaginación.