𝐎𝐍𝐄

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Es una mañana fresca y bonita de noviembre.

La brisa azota las persianas de la ventana abierta, provocando que estas se muevan al tiempo que producen un sonido tranquilo y sin llegar a ser tormentoso o molesto.

Apenas son las diez de la mañana, el día comenzó con calma, las noticias en los canales locales no indican nada malo, el pronóstico del tiempo es bueno, y las plantas del hogar parecen estar más vivas que nunca.

Sí, todo parece estar bien. Sin embargo, está ese frío en la casa que parece perseguir a un par de ojos azules a donde quiera que va.

JiMin está en la cocina de su gran departamento, tiene una bandeja sobre el mesón de granito, y está preparando todo lo que necesita para adornar el pastel que acaba de sacar del horno. Tiene mangas pasteleras, algunos moldes que sinceramente no utilizará, paletas para mezclar y un par de colorantes comestibles.

Libera de sus manos los guantes de tela, especiales para ocasiones dignas como esta.

La ocasión, verdaderamente, era el cumpleaños número uno de su pequeño y precioso hijo.

JiMin está exageradamente feliz por eso. La verdad, cree que aquel año entero donde vio a su hijo crecer pasó demasiado rápido. Un día tenía al bebé entre sus brazos, amamantándolo por primera vez, y al día siguiente; el niño ya tenía un año, decía "papá", y caminaba sin tropezar tan seguido.

Si le preguntan, JiMin dirá que, si estuviera en sus posibilidades retroceder el tiempo, lo haría tan sólo para aprovechar, de nuevo, cada segundo que pasó junto a su bebé. Grabar para siempre en su memoria cada imagen de su hijo. Revivir la primera vez que el niño se carcajeó, así como la primera vez que tomó papilla, o aquella primera vez que no lloró cuando tomaba un baño.

JiMin recuerda con cariño cada escena feliz, incluso las escenas donde el nene hacía un montón de exagerado número dos y ensuciaba su ropa y su cuerpo. Son recuerdos un poco desagradables, pero es lo que hay.

JiMin sonríe nostálgico mientras agrega crema pastelera con una paleta de madera en el exterior del pastel, cubriendo cada espacio con ella. Luego, con su mente aún distraída en los recuerdos de su hijo; deja caer chispas de colores, tal como si de una lluvia se tratase, en la superficie del postre.

Piensa en que su hijo realmente no sabe sobre aquello de los cumpleaños, pero está seguro de que lo disfrutará de cualquier modo.

—¡Papi! —Se escucha el gritito del niño, proviene de la habitación del de ojos azules, y JiMin, a sabiendas que el niño sólo está asustado por no haberlo encontrado en la habitación; va tan rápido como puede a atender al llamado de su bebé.

Camina fuera de la cocina y atraviesa la sala de estar con sus pies descalzos y un pantaloncillo corto de alguna tela exquisita y suave que utiliza para dormir, comienza a trotar cuando escucha el llanto del niño incrementar, y rápidamente se encuentra en la puerta de su propia habitación, la que comparte con el niño.

—Papi —Chilla el niño otra vez, viendo a su padre de pie en la puerta. Esta vez más calmado y con un deje de tranquilidad en su voz.

El niño está sentado en su cuna, con sus mejillas llenas de lágrimas que casi se secan, y una de sus manos acaricia uno de sus ojitos, intentando disipar las lágrimas que allí se acumulan.

—Buenos días, solecito.

El niño decora sus labios con un pequeño puchero y extiende sus manitas para que JiMin lo tome en sus brazos, y así lo hace. El ojiazul se acerca y levanta del colchón al niño, lo posa en su cintura, y le deja un beso en la mejilla.

𝐖𝐇𝐈𝐋𝐄 𝐘𝐎𝐔 𝐖𝐄𝐑𝐄 𝐀𝐖𝐀𝐘 ✘ 𝐕𝐌𝐈𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora