la mayoría de veces siempre era Lumine que tenia a Venti como un pañuelo en donde llorar, cuando se siéntese mal quizás le tocaba una canción o le decía palabras de aliento, ahora. el trio estaba en la relajatetera, afuera la lluvia caía como nieve en una tormenta. el hada dormía en un pequeño sofá, la extranjera estaba sentada en una silla. ya le había llevado el desayuno al bardo, aquello todavía no despertaba. entonces la rubia se tuvo que quedar en la silla esperando. en cuestión de segundos aquello ya se había sentado en la cama, el azabache miró a su lado para encontrar un plato de huevos revueltos de Teyvat. al terminar el plato, el bardo le dirigió una sonrisa a la extranjera. "Buenos días mi estrella" la rubia suspiro por tal apodo que el bardo le dio, aquella solo sonrió. "Buenos días mi pequeño bardo"
algunas horas después de charlas y chistes, el bardo frunció el ceño. a Lumine no le gustaba verlo así, para nada. "Haha aveces pienso que el sigue conmigo" Lumine sabia a donde el iba, y no le gustaba. el hablaba de su viejo amigo que murió en la revolución de Mondstadt, y Venti tomo su forma. la extranjera seco las lagrimas de los ojos llorosos del bardo, envolviendo sus brazos en el lentamente. "Venti..aveces siento que mi hermano sigue conmigo. aunque no lo este todavía siento que esta conmigo"
el bardo respondió al abrazo, sin atreverse a sacar una palabra de sus labios. sólo saco un sollozo, Lumine le dio palmadas para que este se calmara.
"Aquí estoy mi pequeño bardo...aquí estoy"