C A P Í T U L O TRES

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Tiago Macedo /Marcola

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Tiago Macedo /Marcola

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Las favelas en Brasil, son parecidas a las comunas en Colombia, dado que son consideradas por la clase alta como el hábitat precario de la población, donde el hambre, la falta de recursos y la pobreza llevan a la violencia y al sicariato. De lejos se pueden percibir como un manojo de casas pequeñas, algunas pintadas de colores alegres o solo con fachada de ladrillo y techos de teja, otras donde se ve la ropa tendida en las terrazas y algunas cuantas más con ventanas y puertas improvisadas. Allí vive mi gente.

Desde pequeño he sido víctima de ese sentimiento que aparentemente pocos tienen y es nacionalismo, amo a mi patria, tanto así que soy capaz de muchas cosas con tal de ver a las personas con una sonrisa en el rostro. Amo la música, la cultura, la gastronomía y los bailes, inclusive la parte oscura del narcotráfico y el contrabando, lo cual resulta irónico ¿Por qué si soy nacionalista apoyo el mundo de la delincuencia? Sencillo, porque hago parte de él.

Soy el príncipe del narcotráfico, más conocido en el submundo como Marcola. Decir a lo que me dedico resulta repetitivo, de no ser por el hecho de que mi trabajo no es el mismo que muestran en las narco novelas, soy una especie de Robin Hood al estilo de Brasil, con la diferencia de que lo hago para dar de comer a los pobres y destruir a las élites del país. Al menos fue así hasta que supe que nada de lo que creía bueno en realidad lo era.

Mi padre, dueño de todo el cartel, decidió que la mejor forma de continuar con el legado familiar, era engañarme diciendo que parte de nuestras ganancias iban a fundaciones que yo mismo ayudé a crear y para las favelas donde la gente no tiene para las tres comidas del día. Mentira. No era más que una cortina de humo para lucrar sus propiedades en el exterior, cosa que hizo que surgiera en mí un odio por alguien a quien había creído admirar.

Así comienza una nueva historia donde el estafador resulta estafado, iba a robar el imperio de mi padre, al menos eso estaba planeando. Quiero a mi pueblo y no voy a dudar en empujar al precipicio a quien sea, ni siquiera al que dice llamarse mi progenitor, aunque eso signifique trabajar con la parte enemiga.

Al ser dueño del cartel, es una de las personas más buscadas por la Interpol, así que no sería ningún esfuerzo ponerles la tarea fácil, se los entregaría en bandeja de plata. Claro está que no sería sencillo. teniendo en cuenta la vigilancia que tiene y los mil y un escondites que posee a lo largo de Latinoamérica y el mundo.

Primer paso ¿Qué amaba mi padre más que el sucio dinero? Las mujeres, pero en especial aquellas que eran sumisas y que se doblegan ante su presencia. Ya tenía a la candidata perfecta, una pequeña diabla que antes fue su amante y que hizo que se volviera loco por tenerla.

La famosa Sweet Poison, al menos ese es el apodo que usa.

Recuerdo como si fuera ayer cuando apenas tenía diecisiete años, mis padres se habían separado y yo vivía con papá en su apartamento en Río de Janeiro, allí fue la primera vez que la ví, sin ninguna cirugía y fingiendo inocencia cada que le dirigía la palabra. Fue una maldita sorpresa cuando me di cuenta que ya no era más la pequeña criatura doblegable, está hecha toda una fiera y aunque quiera sacarla de mis planes, es el anzuelo perfecto para atraer al dueño de la mafia brasileña. Jamás lo había visto así por alguien y la manera en que sufrió cuando se escapó fue toda una sorpresa para mí.

Dirty Mind (Pronto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora