Capítulo 4

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DESCONOCIDO

Poco a poco me deje ir guiando por las voces que resonaban en mi cabeza.

Matar...

Matar...

Matar...

No recuerdas lo que nos hizo...

Que cobarde eres...

Muy estúpido...

Mátalo...

Me sostengo del mueble para evitar caerme, todo me da vueltas.

El te apuñaló...

Te hirió...

Merece la muerte, mira como te dejó!

Volteo y veo mis manos con quemaduras en ellas.

Mátalo...

Camino cegado hacia el colegio, se a que horas entran y salen, estudiantes, conserjes, maestros, directores, empleados, no hay nadie que se me escape de la vista, camino hacia la biblioteca y ¡ahí está! Norman Johnson, me dirijo hasta él y agradezco que ese cerebrito siempre se quede a estudiar cuando no hay nadie.

-  Norman, como te va.

El se da la vuelta asustado.

- ¡Me asustaste!, no sabia que a ti también te gustaba estudiar por la tarde.

- ¿Recuerdas lo que me hiciste?.

- ¿De que hablas? – pregunta totalmente confundido –.

-  Mira, ¡MIRA MIS MANOS!.

-  No se de que hablas, no tienen nada...

-  ¡Tú las quemaste con un maldito encendedor pedazo de basura!.

-  ¡Yo no hice nada!, lo juro nunca hemos ni siquiera cruzado una palabra.

- Eres un bastado sucio y mentiroso – digo mientras me coloco unos guantes -  pero ahora yo con éstas mismas manos ¡te mataré!.

Rápidamente rodeo su cuello con mis dos manos, pero el es tan pero tan débil que le resulta imposible zafarse, que se muera ese hijo de puta y se pudra en el infierno, ¡por que Dios jamás le tendrá piedad de lo que hizo!, tose y tose cada vez poniéndose más rojo y sus ojos abiertos lo más que pueden, se le va acabando la fuerza para luchar hasta que sus manos resbalan a sus costados y sus ojos se quedan sin vida, abiertos, precioso, empiezo sacando sus ojos lentamente de su cara, un par más para la colección, pongo en cadáver al fondo de la esquina en la sección donde nadie va, se que lo encontrarán, y es lo que busco, pobre Norman, por fin, hice justicia y las voces se han callado.

Blair

Amanezco de mal humor de lo que normalmente estoy, aún no puedo allá dado mi primer beso ¡y con el! Menudo imbécil.

- Anda Blair, ¡ya están los chicos en la puerta!.

- ¡Cierra el orto Lorelei!.

-  ¡¿Que me acabas de decir?! – dice realmente molesta -.

-  ¡Que te amo!.

Bajo las escaleras viéndolos sentados en el sillón.

- Si a la próxima no pones el despertador te aventare ¡agua con hielos!.

- Si perdona – no reacciono cuándo su mano impacta contra mi mejilla –.

- No me vuelvas a contestar como lo hiciste allá arriba, o acaso ya no te acuerdas quien te crio maldita bastarda.

Las Plegarias De NerinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora