Capítulo 1: Algo diferente algo memorable.

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Capítulo 1: Algo diferente, algo memorable.





Adrián me pasa la pelota, corro por media cancha esquivando a los demás jugadores necesitábamos ese punto y todo caía en mí. Ya no siento el aire de la fría noche por sudar tanto, siento la presencia de alguien a mi lado y de reojo miro que es Oliver. Aggghh, como me desespera este idiota. Corro más rápido, me falta muy poco para llegar a la portería, del lado izquierdo de Luis está vacío y este tipo es derecho. Pan comido. Esquivo a un chico más y con todo lo que puedo pateo la pelota hacia la portería al mismo tiempo que siento como Oliver me empuja un poco haciendo que me quede de espaldas a la portería y lo último que escucho son los gritos de los chicos y luego unos cuerpos encima de mí, brazos rodeándome y así supe que nosotros ganamos. Otra vez.

Me sentí genial por haber ganado, simplemente sentí que era lo mismo por semanas consecutivas, no eran muchas pero quería un reto grande, algo más de competencia; alguien que no fuera el idiota de Oliver, algo de adrenalina.

Celebre y felicite a mis compañeros no todos nosotros íbamos en la misma preparatoria, algunos nos conocimos en la primaria o de la colonia. El caso es que todos nos conocíamos y si alguien era nuevo lo hacíamos sentir en confianza, todos nos llevamos bien; excepto por alguno que otro como Oliver y sus amigos. Voltee para las gradas en donde estaban algunos de mis amigos que no jugaban pero iban por el ambiente y entre la multitud estaba ahí de nuevo, como en cada noche.

No sé nada de esta persona, se ve que es un muchacho delgado, muy delgado; siempre cubierto por una sudadera oscura 4 veces más grande que él, unos pantalones anchos y unas converse desgastadas. Por la capucha de su sudadera no se puede ver su cara y menos en la noche y más si esta persona se sienta donde no da la luz de los faroles de las gradas, solo se ven unos audífonos blancos que se pierden dentro de la capucha. Nadie sabía de esta persona, de quien era, quienes eran sus amigos, absolutamente nada. No se juntaba con nadie del parque. Solo sabemos que un día cualquiera llego con una vestimenta idéntica a la que trae todos los días, se sienta en lo último de las gradas y nos ve jugar, siempre esta cuando nosotros estamos. Nunca lo hemos visto jugar ni siquiera tocar una pelota y siempre que termina nuestro juego, desaparece. Al principio nos dio un poco de miedo por su apariencia ya que era algo sospechosa, no se suele ver ese tipo de persona por este lado de la cuidad. No digo que sea el lado más "nice" o el más rico de la cuidad o el que está libre de peligro, no, simplemente es el lado intermedio de lo rico y de lo peligroso y pobre. Somos de la clase media.

Un leve golpe en la espalda me saco de mis pensamientos, era Adrián. A lo lejos pude ver a mis demás amigos que estaban en las gradas caminando hacia nosotros. Eric, Austin y Connor. Los cinco nos conocíamos desde pequeños, nos conocían muchos por todas las travesuras y locuras que hemos hecho a lo largo del tiempo. Ellos a veces jugaban partidos con nosotros, pero había veces que simplemente no querían, para ellos el soccer era solo para matar el tiempo, un hobbie; no como Adrián y yo que nos apasionaba con locura.

-Viejo! Como siempre un gran golazo!! Jamás me canso de ganarles a esos idiotas.- me dijo emocionado, con Oliver y sus amigos siempre hubo rivalidad. El tipo quería siempre demostrar que era el mejor y como vio que yo era buenísimo en el soccer, pues, bueno, en pocas palabras: me empezó a odiar a muerte, y yo no tenía nada en su contra.

-Lo sé, siempre es bueno ver su cara de cabreado- le conteste. Bueno digamos que yo también disfruto de hacerlo enfadar.

Los chicos se acercaron y me dieron golpes amistosos en la espalda y el golpe más fuerte tuve que deducir que fue de Eric, el maldito es el más fuerte de nosotros.

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