Conoce tu lugar, imbécil

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Las jodidas fiestas no eran lo suyo.

Que arda en aceite hirviendo por la eternidad, pero hasta preferiría haber pasado año nuevo en casa con la maldita bruja de su madre que con estos idiotas que tiene por compañeros. 

Cuando el director cerró todas las instalaciones y restringió toda entrada o salida de los terrenos de UA por tiempo indeterminado, Katsuki casi compra un rosario y comienza a ir a misa los domingos para agradecer a quien sea que estuviera trabajando allá arriba. Muy a diferencia de él, el resto de su curso —y probablemente la escuela entera— estalló en lágrimas por ser encerrados justo antes de las festividades de fin de año.

Katsuki pensó que sería, por primera vez, un despido de año tranquilo. Sin su molesta madre gritándole que le traiga ponche cada dos minutos, o su padre insistiendo en las tradiciones navideñas. Tradiciones que al Bakugou menor no podría importarle menos.

La liga había elegido el momento perfecto para amenazar con una infiltración —la cual a Katsuki le pareció ridícula. ¿Quién avisa antes de intentar infiltrarse en un lugar? ¿Estos tipos eran tan malos que ni en Santa creían? Los habían subestimado—. Y con todos con los ánimos por el piso, apenas y celebraron cuando la Noche Buena llegó. Un saludo, sonrisas tristes, un Santa Secreto poco emocionante y a dormir. 

Para Katsuki fue perfecto.

Nada de música fuerte, juegos tontos o alguna mierda de cena familiar. Tranquilo y en paz.

Pero, en menos de una semana y por alguna extraña razón, el humor de todos los extras mejoró y habían planeado tirar la casa por la ventana en Año Nuevo.

Bueno, corrección, tirar los dormitorios de UA por los balcones.

Ahora, mientras Bakugou intentaba comer su puta cena en paz, se vio deseando la muerte de todos y cada uno de los miembros de la liga. Matarlos con sus propias explosiones por hacerle descubrir que había algo peor que pasar esas fechas con sus padres, y eso era pasarlas con adolescentes hormonales e inconscientes. 

¿Quién podía tomar tan temprano como para caerse tres veces de borracho a las 11 de la noche?

Al parecer, Denki podía.

¿Quién se ponía a bailar un perreo trasero contra trasero sobre la mesa?

Al parecer, también Denki. 

Estaba seguro que Mina había organizado todo eso para poder filmarlo y burlarse luego, y si era bajo tan nobles intenciones, Katsuki no se interpondría. Pero eso no quería decir que no le molestara la forma en que hacían mover la mesa mientras comía. O que el hecho de que estuviera apretando tanto el cuchillo en su mano no era miedo a que se caiga, sino de estar aguantando las ganas de cortarles las piernas a ambos.

Decidió tomar su plato y moverse al extremo más alejado de la mesa. No se quedaría sin cenar por esos idiotas. Ya hasta podría estar durmiendo si por él fuera.

Siguió comiendo mientras hacía un esfuerzo especial por ver su propio plato. ¿Quién tuvo la genial idea de cenar con todas las luces apagadas a excepción de la bola luz para fiestas?

Juraría que Denki, otra vez.

Repentinamente, sus brazos fueron empujados de la mesa, sus cubiertos apenas lograron no caer al suelo y sintió un peso en sus piernas. 

Por la mierda. ¿Qué tenía esa gente en contra de la cena? ¿Ahora quién jodidos lo molestaba?

Si la respuesta era Denki una vez más, esta vez sí le explotaría toda la cara y se aseguraría de que se quedara calvo y desfigurado. De hecho, no importaba quién, simplemente lo haría.

Conoce tu lugar, imbécil [Katsudeku-OS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora