Capítulo 23.

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    Los días siguientes al terrible suceso fueron silenciosos. Y después del entierro las cosas no mejoraron.

    Bruno no había salido de su habitación desde lo ocurrido y comenzaba a dudar si de verdad era correcto que continuara viviendo en Casita.

    —Sólo traigo desgracias —murmuró para sí mismo, mirando las agrietadas paredes de su cuarto y lamentándose por lo sucedido. Quizá Casita tenía razón...

    Quizá debía irse de Encanto y todo estaría mejor.

    Claro que... marcharse no le devolvería su hija a Julieta.

    ¿Debía ceder ante las peticiones egoístas de aquella encantada casa? ¿Acaso irse realmente haría que todo estuviera mejor? ¿Y si no era así? Bruno no tenía garantía de que irse del pueblo arreglaría las cosas... aunque tampoco de que al quedarse todo mejoraría.

    Irse de Encanto por alguna razón era bastante difícil y la sola idea de abandonar a su familia, por más que algunos de ellos lo menospreciaran lo hacía sentir... profundamente deprimido.

    Soltó un suspiro y caminó hacia la puerta de su habitación, dispuesto a hablar con Julieta... Por primera vez en días observó los pasillos de Casita, también agrietados. No podía creer que su madre no quisiera creerle ahora...

    Caminó hasta la puerta de la habitación de Julieta y se detuvo. Dudaba sobre si debía hablarle o no y tampoco sabía qué iba a decirle. Tomando una bocanada de aire, intentando tener valentía, tocó la puerta y esperó unos segundos a que abriera... segundos que se volvieron eternos...

    Hasta que finalmente abrió la puerta, con una mirada apagada y una sensación de vacío que sabía que nada iba a poder llenar.

    —Julieta... —murmuró Bruno acercándose a ella para abrazarla—. Lo siento mucho..., yo...

    —Tú —dijo ella con una voz rota y ahogada. Se apartó de él, frunciendo el ceño—. D-de no haber sido porque me llamaste...

    —Julieta, n-no digas...

    —No quiero hablar contigo ahora, Bruno —habló en un intento terrible de no romper en llanto ahí mismo—. Sólo... cállate y déjame sola. Agustín... Agustín vendrá a...

    Cerró la puerta, sin siquiera terminar su oración.

    Bruno, devastado, volvió a tocar la puerta, aunque esta vez no hubo respuesta.

Visiones | Bruno Madrigal | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora