ㅤ⠀ ⠀04 | dibujos

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fourth letter :

drawings

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“ Para: El idiota de Satoru.

Y pensar que unos simples dibujos podían tener más significado... Dime, Satoru, ¿aquello que me entregaste como un pequeño niño tenía otra intención? En aquel entonces no le tomé importancia, estaba en un momento en el que, bueno, ya te imaginarás que estaba rondando por mi cabeza si miras la situación actual.

Pero quiero creer que mis conclusiones no son tan erróneas. A pesar de ello, aquí tienes otra de mis "fantasías" basadas en algo real que quise que acabará así. Supongo que mi mente quiere recrear algo no ficticio cambiándolo a un final feliz.

Por cierto, aún guardo los dibujos que me diste. Los atesoro con mucho cariño, no creas que los tiré... La verdad, jamás sería capaz de hacer eso siendo que tu ilusión y amor estaban plasmados ahí.

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« Concentrado en el libro frente a mi, ignoré como de costumbre, tu presencia animada y tus increíbles ocurrencias cada momento. No sabía que se te había ocurrido esta vez, ya que lo único que escuché fue una especie de grito extraño salir de tus labios como a modo de informar de una idea. Te dirigí solo una mirada tratando de no imitar como un mímico tu enorme sonrisa, y con un encogimiento de hombros, decidí tomar un libro que tenía para estudiar.

Escuché varias veces como te movias, de un lado para otro y el sonido de lápices en un estuche. Alguno, cabe aclarar, se te cayó al suelo y no pudieste evitar quejarte como un niño pequeño, a lo que yo sin querer mostré una leve sonrisa en mi rostro.

"¿Te gustan las casas grandes?" Aquella pregunta me sacó una de las miradas más confusas que podía darte, sin saber si aquello tenía trampa. "¿Para qué quieres saber esa tontería?" Tú reíste, notando en mis ojos y cara que podía rondar por mi mente. "Nada importaaaante, anda dime, dime." Rodé los ojos, dejando escapar un suspiro liviano de entre los labios. "Si te lo digo, ¿no me molestaras más?" Sabía que aunque me dijeras que sí, seguirías dándome la tabarra. "No. No te puedo prometer eso, pero igual me aguanto un poco más." Con aquello me fue suficiente, pues mis facciones se suavizaron al punto de que olvidé lo extraño de la pregunta y confíe en tu palabra. "Me gustan las casas normales, una muy grande para una sola persona... No entiendo la necesidad de tener tanto espacio."

Después de mi respuesta, giraste la cara hacia la mesa casi de inmediato, empezando a hacer algo en el papel, lo que supuse que sería un boceto, pues tu mano con el grafito se movía por todo el folio de forma exagerada y ligera. Me dio curiosidad, pero no me atreví a preguntar.

"¿Y si vivieras con alguien más?" Otra pregunta escapó de tu garganta a los pocos segundos, esta vez, sin dirigirme la mirada. Fruncí el ceño, ¿qué te pasaba? Parecías tener recelo en saber sobre si quería vivir con alguien o como quería hacer mi vida en el futuro por tu tono de voz. "¿Y con quién iría?" Quise ver si, mediante otra pregunta, obtenía respuestas claras. "Conmigo, por ejemplo." Soltaste yendo directo, lo que me dejó estático y en blanco durante un leve periodo de tiempo. "¡Pero no era lo que decía! Además puedes ir con quién quieras, la cosa: ¿tendrías una casa grande si vivieras con alguien más?" Parpadeé varias veces, negando con tan solo un gesto de cabeza de un lado a otro ya que me miraste de reojo.

Seguiste a lo tuyo, sin decir nada más ni yo tampoco, pues mis palabras habían quedado mudas formando así un silencio que bien si para alguien que hubiera escuchado la conversación podría parecer incómodo, a mi me resultaba extrañamente de lo más calmado y cómodo.

Dejando el libro abierto sobre el pupitre de la clase, centré ahora mi total atención en ti. Éramos solo nosotros, puesto que Shoko desapareció en cuanto las clases obligatorias terminaron. Nosotros siempre éramos los únicos en quedarnos, aún siendo en realidad tres gatos en hora lectiva, teníamos la manía de mantenernos un tiempo más allí haciendo lo que quisiéramos mientras no rompieramos el material. Al fin de cuentas, vivíamos en el mismo edificio donde estudiábamos.

"¿Tendrías mascotas?" Girando medio cuerpo hacia mi, no pudiste contener una mirada que imploraba desde lo más profundo de tu ser cierta respuesta. "Un gato." Dije, más que nada, haciendo caso a tus deseos sin saber porqué. "Gojō, ¿estás escribiendo mi vida entera ahí o qué estás haciendo?" Ya harto de tanto secretismo, me levanté mientras tú, con pánico, volteabas de nuevo moviendo la mano con rapidez.

"¡Un momento! ¡Que impaciente!" Gritaste para más tarde dejar el lápiz en la mesa de forma orgullosa. Para cuando hiciste aquello, mi presencia se encontraba a tu lado, observando el papel que inicialmente era blanco, ahora garabateado. A pesar del desastre como artista que eras, podía verse con facilidad lo que era cada cosa.

Una casa mediana, no ocupaba ni media hoja, podía decirse que un cuarto de esta era el edificio. A un lado, habían dos figuras humanas, una con el cabello negro y otra con el cabello blanco, portando unas gafas de sol. Cerca de ellos, parecía haber un gato del mismo color que el pelo del segundo protagonista. Pero lo que más me impactó, fue que aquellas dos personas estaban, o eso parecía, tomadas de la mano.

"Somos tú y yo." Empezaste, todavía más orgulloso al ver mi estado actual de shock. "El gato es nuestra mascota, Snowy Primero, de muchos más porque va a criar trescientos hijos y todos ellos vivirán en nuestra casa. Que por cierto, tú has dicho que la quieres normal, pero yo preferiría una grande, ¡gigantesca! Para nuestros hijos felinos." Te miré, tratando de asimilarlo todo en cuestión de segundos, cosa que se me complicaba cada vez que abrías la boca. "Ah, y no sé ve, pero tenemos un anillo de juguete ambos puesto. Estamos tan felizmente prometidos." Fantaseaste, en un todo de broma que en cierto modo, se notaba que querías realmente decir aquello en serio.

"¿Y si lo hacemos realidad?" De mi boca, lograron escapar aquellas palabras que formaban la pregunta más vergonzosa de mi vida. Antes de que me diera cuenta, tu cuerpo colisionó con el mío de forma brusca en un abrazo. "¡Me haría el hombre más feliz del mundo!" Noté como mis mejillas se calentaban, sabiendo que mi cara estaría tan roja como un tomate.

Para el colmo, me diste un suave beso en la mejilla antes de separarte de mi, regalándome una de las sonrisas más dulces y bonitas que había visto en tu rostro durante todo este tiempo. »

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Con cariño,
Suguru Getō. ”

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PUBLICADO: ㅤ⠀ ⠀2022.

PALABRAS: ㅤ⠀ ⠀1169

EDITADO: ㅤ⠀ ⠀

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⏰ Última actualización: Jul 21, 2023 ⏰

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