Un Baekhyun para navidad [ChanBaek]

🎄 Capítulo 1 🎄

- Entonces, ¿nos vemos mañana? - Pregunto con una sonrisa mientras me envuelvo el cuello con mi gran bufanda de lana.

-¿Sabes qué, Baekhyun?- Dice Johnny mientras tira una olla sucia en el enorme fregadero. -Taeyong e Irene van a traer a sus familias extensas mañana para ayudar, así que seremos más que suficientes.

Siento que se me cae el estómago.

-¿Por qué no te quedas en casa con tu familia?- Mis ojos caen al suelo de baldosas mientras mis mejillas se calientan.

- Oh... - digo mientras fuerzo los ojos para mirarle. Arranco una sonrisa -¡Bien! Sí. Muy bien. Lo haré. Ustedes no me necesitan.

Debe ver el temblor de mi barbilla o el quebranto de mis ojos porque se echa atrás con fuerza.

- ¿A menos que no tengas ningún... lugar al que ir?- Trago con fuerza mientras me esfuerzo por forzar una sonrisa.

- Tengo una familia.- Me mira con escepticismo, esperando con una mirada de lástima en sus ojos.

Mi puño se aprieta contra mi muslo mientras nos miramos torpemente.

Podría sincerarme. Podría decirle que mi padre murió inesperadamente hace tres años, que nunca conocí a mi madre y que el gilipollas de mi hermano Baekbeom está en algún lugar de Asia, creo que en Singapur. No responde a mis correos electrónicos y nunca me ha dado su número de teléfono. Podría decirle, aunque sea patético, que este comedor social es lo más parecido a una familia que tengo. Y si no soy voluntario aquí el día de Navidad, entonces estaré solo, viendo películas navideñas entre lágrimas, lo que parece que haré ahora.

Podría decir todo eso. Pero no lo hago.

- Vale, ¡adiós!- Digo rápidamente antes de girar sobre mis talones y salir corriendo antes de que las lágrimas lo hagan.

-¡Baekhyun, espera!- Johnny llama cuando estoy en la puerta.

- ¿Sí? - Me doy la vuelta, con la esperanza floreciendo en mi interior.

- Feliz Navidad.

- Oh - digo, sintiendo que mis hombros caen. - Gracias.

Me doy la vuelta y abro las grandes y pesadas puertas con las dos manos. El aire frío me golpea en la cara.

Hace mucho frío y la nieve cae con fuerza. Me arreglo el gorro y camino penosamente por la nieve en el estacionamiento con la cabeza gacha. Esto duele.

Las vacaciones solían ser tan divertidas. Decorar la casa de pan de jengibre que mi padre horneaba, pero que nunca podía pegar bien. Baekbeom robando dulces que se suponía que eran parte de la decoración del árbol navideño. Los tres nos rendimos y nos comimos los dulces para cenar mientras nos reímos a carcajadas. ¿Y ahora? Ahora todo es diferente.

Las vacaciones no son una época de amor. Me duele el corazón durante todas ellas. Tengo suerte si no me paso todo el día llorando.

Ya tengo los pies empapados cuando llego a mi viejo coche batidor con medio metro de nieve encima. Gruño mientras lucho por abrir la puerta congelada. Por fin la abro y subo. Los asientos congelados están duros como una roca.

Arrancar este viejo trasto es su propia aventura, pero al final consigo que el triste motor gima. Tendré suerte si la calefacción se enciende para cuando llegue a casa.

Cojo el rascador del asiento del copiloto y me pongo a trabajar en la nieve mientras mi coche intenta calentarse sin éxito. Suena una canción navideña en la radio y trato de no llorar. Prefiero no tener los párpados congelados mientras raspo el hielo de mi parabrisas.