Una adolescente está cuidando por primera vez a unos niños en una casa enorme y lujosa.
Acuesta a los niños en el piso de arriba, y, cuando apenas se ha sentado delante de la televisión, suena el teléfono.
A juzgar por su voz, el que llama es un hombre.
Jadea, ríe de forma amenazadora y pregunta:“¿Has subido a ver a los niños?”.
La niñera cuelga convencida de que sus amigos le están haciendo una broma,
pero el hombre vuelve a llamar y pregunta de nuevo:“¿Has subido a ver a los niños?”.
Ella cuelga a toda prisa, pero el hombre llama por tercera vez, y esta vez dice:
“¡Ya me he ocupado de los niños, ahora voy a por ti!”.
La niñera está verdaderamente asustada.
Llama a la policía y denuncia las llamadas amenazadoras.La policía pide que, si vuelve a llamar, intente distraerle al teléfono para que les de tiempo a localizar la llamada.
Como era de esperar, el hombre llama de nuevo a los pocos minutos.
La niñera le suplica que la deje en paz, y así le entretiene.
Él acaba por colgar. De repente,
el teléfono suena de nuevo, y a cada timbrazo el tono es más alto y más estridente.
En esta ocasión, es la policía, que le da una orden urgente:“¡Salga de la casa inmediatamente! ¡Las llamadas vienen del piso de arriba!”.