Capítulo 1 - Ghoul

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Ghoul

Los relojes de la casa marcaban ya las 6:30 am y una cabellera rosa pálido se asomaba de entre las sábanas a causa del ruido que su molestoso despertador llevaba haciendo desde hace varios minutos. Era Haruno Sakura, una medic-ninja rango Jonnin de la aldea escondida entre las hojas, estatura normal para las jóvenes de su edad, con un pijama blanco y flores de cerezo pintadas en la tela de este. Aquella muchacha tenía 17 años, aunque solo faltaban algunos pocos meses para su cumpleaños número 18.

–Maldición– al ver la hora fue inevitable que soltara tal palabra, se supone que ella debía estar en las puertas de la aldea en ese momento. Procedió a alistarse, haciéndose una coleta alta y colocándose su ropa habitual ninja, mientras recordaba el encargo que debía realizar ese día, luego de unos 15 minutos ya estaba completamente lista.

Sin más tiempo que perder, con una sensación de incomodidad o mal presentimiento, se dispuso a correr hacia el lugar indicado, observando la aldea y recordando el suceso de hace 2 años. En ese tiempo se había firmado un tratado de paz con la mayor organización criminal, Akatsuki. Ellos, luego de un accidente con la identidad del verdadero líder durante una batalla por obtener al Kyubi, y una muy larga charla, encontraron un nuevo modo de lograr la paz, y al perdonar sus vidas, prometieron prestar sus servicios de trabajo para distintas aldeas, dejando su residencia principal en Konoha, aldea natal del mencionado anteriormente.

Una nueva forma de conseguir la paz

Era algo que siempre le emocionaba, a pesar de que su vida no había sido tan dichosa como la de los demás, ella deseaba lograr la paz en todo el mundo. Cuando era pequeña, le arrebataron la sonrisa inocente que todo niño posee; sufrió rechazo y desprecio por parte de los demás, incluidos sus progenitores, nunca entendió la razón del porqué era tan odiada por todos. Al paso de los años, dejó de tomarle importancia a las burlas y comentarios grotescos sobre su persona y por fin logró hacer algunos amigos, tres para ser específicos.

Aunque recientemente había empezado a formar una amistad con su ex compañero de equipo, Uchiha Sasuke, aquel muchacho que cuando pequeños la había sido tan indiferente e insultado tantas veces, se disculpó sinceramente con ella luego de haberle salvado la vida al curar una profunda herida durante una misión. No se podía quejar, a pesar de que muchos la trataban mal, apreciaba lo poco que tenía; y se sentía agradecida por ello. Realmente vivía una vida común y corriente, sin llamar la atención. Pasaron un par de minutos corriendo hasta que por fin llegó a las puertas de la dichosa Konoha.

–Hasta que llegas, frentona—chilló Ino, la rubia perteneciente al clan Yamanaka mientras veía con aires de superioridad a la pelirrosa. Ella, junto a los autoproclamados "9 novatos" habían estado esperándola. A su lado se encontraba Karin, quien, si bien no era parte de ese grupo, se apegaba a ellos solo para joder a Haruno.

–Kakashi-sama, ya me retiro—dijo Sakura. Pasando olímpicamente de Ino y de todas las miradas que se posaron en ella, le parecía un poco extraño el hecho de que tantos testigos estén presentes al momento de su salida, pero decidió no tomarle importancia. Revisó por última vez sus cosas y el informe de la misión, hasta que inició la caminata.

No había dado ni cinco pasos hasta un suave grito la detuvo, apenas y pudo mantener el equilibrio cuando una joven de su edad aproximadamente, se abalanzó sobre ella con los brazos abiertos y empezó a estrujarla en un fuerte y cálido abrazo desde la espalda. Sakura solo dio vuelta para corresponder al abrazo de la tierna heredera de los Hyūga, todo bajo algunas miradas recelosas enviadas a la integrante del equipo 8.

—¡S-Sakura-san! —exclamó Hinata, mientras intensificaba su agarre. Ella era bastante cercana a la Haruno, se conocían desde los 6 años, cuando le ayudó a curarse la rodilla luego de una caída que tuvo, desde entonces eran inseparables. Hinata se sentía muy cómoda con el abrazo hasta que un fuerte carraspeo las hace alejarse un poco, molestando grandemente a la Hyūga. La cual voltea la mirada para encontrar un par de ojos iguales a los suyos observándola con enfado, era su primo Neji.

Mi rara existencia - SamiDreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora