17 Lunas

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Mucha oscuridad y humedad. Eso era lo que mis ojos observaban en ese momento. Tenía frío, algo nuevo para mí, ya que las hadas de mi valle siempre vivían en el verano. Comencé a caminar hacia mi derecha, donde anteriormente había visto una luz. Luego de dar 7 pasos, sentí como una pequeña, pero helada, corriente de agua me caía en la cara.

Desperté y me encontré con Aura frente a mí mientras sostenía un vaso de madera en su mano derecha.

- Buenos días princesa, hora de levantarse. - Dijo mientras me miraba con una sonrisa ladeada.

La observé con una mueca de rencor y me paré de la cama.

- Te odio. - Le dije mientras estiraba mis alas.

- Me amas. - Sonrió y salió por la puerta de mi habitación después de eso.

Sonreí de vuelta y me fui hasta el baño, donde me lavé la cara y los dientes.

- ¡Magnolia!

- ¡Ya voy!

Bajé las escaleras y me encontré con Moomoo y Aura esperándome en la sala de estar.

- Hola Mag.

- Buenos días Moo. - Le respondí a Moomoo, mi mejor amigo.

- Vámonos ya o llegaremos tarde. - Dijo Aura antes de salir por la puerta de entrada.

Comenzamos a caminar hasta llegar al centro del valle, donde nos encontramos con Lotto y Delilah.

- ¡Hola chicos!, ¿cómo amanecieron? - Nos saludó Lotto con una sonrisa radiante.

- Muy bien, ¿y ustedes? - Le respondí.

- Bastante bien, excluyendo la parte donde Lotto me despertó con una oruga sobre mis alas. - Dijo Delilah, con una expresión de enfado.

- Ya te pedí perdón Lilah, no sigas. - Le contestó Lotto mientras se aguantaba una risa.

- Lotto, ya sabes que no puedes tocar sus alas, son frágiles y se lastiman rápidamente. - Se metió Aura en la conversación.

- ¡Ya me disculpé! - Salió Lotto a defenderse.

- Ya vale chicos, tenemos una tarea por realizar. - Detuve la posible pelea que podría formarse y nos fuimos todos hasta la casa de la Sra. Lirio, donde se encontraban Namu y Sage, listos para ver la misión que teníamos que cumplir el día de hoy. Nos saludamos entre todos y la Sra. Lirio comenzó a hablar.

- Bueno chicos, para el trabajo del día de hoy deberán ir hasta el Valle X y hablar con el Sr. Grotelf, el jefe de los duendes.

- ¡¿Qué!? - Exclamamos todos a la vez. Nunca se mencionaba al Valle X. Desde pequeños nos enseñaron a todos a no hablar o preguntar por él. Nos dijeron que era un lugar feo y que la gente que lo habitaba era muy peligrosa.

¿Qué habría sucedido para que la Sra. Lirio nos pidiera cumplir semejante tarea? Nadie lo sabía, y justo por eso fue que todos nos quedamos sorprendidos. Algunos trataron de hacer preguntas, pero la anciana los ignoró y continuó hablando.

- Deberán ir a cuestionarle el por qué uno de los suyos fue descubierto en nuestro valle, y de paso preguntarle por el tratado de paz que tenemos y si sigue en pie. Lo último que necesitamos en estos momentos es otra guerra. - Luego de decir eso nos dio varios detalles de lo que debíamos llevar como provisiones y nos explicó la ruta que debíamos tomar. Al menos teníamos una corta explicación de lo sucedido.

Cuando salimos de su hogar, todos seguíamos sin creernos que esa fuera la misión de la semana. De entre todos, yo era la más nerviosa, y Aura pareció notarlo ya que se acercó a mí y me dio uno de esos abrazos que me hacían entender que ella me comprendía. Mi padre había fallecido a manos del ex jefe del Valle X, Oberon. Luego de esa guerra, Oberon desapareció y nunca más supimos nada acerca de él o de su paradero, lo que me mantenía inquieta, ya que sentía que en cualquier momento podría aparecerse frente a mí y matarme de la misma manera en la que lo hizo con papá. Después de lo sucedido, mi madre no aguantó la tristeza de saber que el amor de su vida había muerto, así que se quitó la vida para, según ella, volver a ver al amor de su vida. No sabía si lo habría logrado, pero esperaba que sí, ya que ella era la mujer más pura e increíble que había conocido.

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