Capítulo 1

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Número uno

Todo comenzó hace dos meses. No voy a contar el cuento de mi vida perfecta porque nunca lo fue. Pero sí me cambio cuando lo vi a él, Ian Duro.

Duro. Así se apellida y no podría ser más acertado. Es de piedra pero eso no es un problema para mí.

Vale, empiezo de nuevo.
Ian Duro, 19 años. Moreno. Ojos azules como el cielo. Boca perfecta. Cara perfecta. Cuerpo perfecto. Culo perfecto.
Este chico debería estar expuesto en un museo...

Lu, frena.
Perdón, me descontrolo un poco cuando se trata de él.

Sigo con lo importante.
Ejem, ejem. Me aclaro la garganta.

Jamás pensé enamorarme de una persona que no sabe que existo. Y sí, me conoce bastante bien porque vive enfrente, pero creo que no ha pasado más de una mirada o un triste "hola".

No quiero sonar como una acosadora o pervertida porque no lo soy, pero he estado investigándolo por varios medios. Sus redes, sus amigos, sus salidas, sus notas,  qué le gusta.... Vale, sí, me rindo. Suena como una acosadora.

Hace dos días que estamos en vacaciones de verano y, si cuento mi fantástico plan para estos tres meses algunos se desmayarían de la impresión.

Tengo una lista de diez cosas que tengo que cumplir cómo único objetivo de este año: Quiero que Ian se fije en mí.

¿Cómo hacerlo? Bien, aquí tengo una lista numerosa qué me da mucha pereza contar pero que van a poder ver pronto.

Vamos a empezar con el número uno de la lista: hacerme amiga de su mejor amigo, Miguel.

Es un chico bastante... como él. Chulo, prepotente, sobrado. Ah, y un capullo sin sentimientos.

Vale, daré una descripción más amplia. Miguel Arcos, 19 años. Moreno. Pelo castaño oscuro siempre muy revuelto, y unos ojos verdes qué me recuerdan al césped de mi casa. Juega al baloncesto desde los diez años, o por lo menos eso me ha dicho mi fuente de información.
Sus padres están separados hace once años y tiene una hermana pequeña con doce años.

¿Se me olvida algo? Ah, estuvo saliendo con la chica más popular del instituto, que, por desgracia, es el mismo que el mío.

No me pregunten cómo tengo toda esa información porque ni yo misma sabría explicarlo. Sólo puedo decir que tengo una ficha de todos y cada uno de los contactos de Ian.

Esta tarde hay un partido de baloncesto y después una enorme fiesta en su casa a la que voy a asistir con mi mejor amiga, Victoria Conde.

Para mí, es Vicky.

Y sí, ella también me va a ayudar con el plan, ¿por qué? Ni idea. Creo que está igual de loca que yo.

—¡Lucrecia cómo suba y no hayas recogido la habitación no sales! —me grita mi adorable madre desde la planta de abajo.

Lucrecia es igual a estoy enfadada.
Lu es como quiero que me llamen todos. Quiero no, lo exijo.

—¡Qué sí mamá! —le grito.

La puerta se abre rápidamente y aparece tras ella mi padre. ¡Genial!

—¿No has escuchado a tu madre? Cómo no hayas recogido no sales —me susurra.

Y este es mi padre. Mi cómplice desde que era niña.

—Lo sé, prometo recogerlo antes de la hora de comer —le digo y cruzo los dedos en señal de promesa.

Me sonríe antes de dar media vuelta. Miro a mi alrededor y suelto un suspiro pesado. ¿Enserio tengo que recoger ahora?

Debo reconocer que la habitación está echa un desastre; ropa en el suelo, la cama sin hacer, el armario desordenado, el escritorio lleno de ropa...

Tres Razones Para QuererteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora