Sonrojos

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—¿Makomo? ¿Qué haces?

Al abrir la puerta de su casa, dos jóvenes parecen amargados mientras una chica los seguía con sonrisitas en su cara.

—Vi que Tokito-kun y Tokito-kun estaban caminando de manera sospechosa así que los seguí.

La mirada grisácea del hogareño recae en el dúo de gemelos que miraban hacia el suelo.

Uno de ellos asiente.

Ustedes...

—Anone, anone.

Makomo da saltitos mientras sigue sonriendo.

—De repente entraron a una librería y ¡fueron directamente a la zona roja!

—Makomo, hablar de eso es-

—¡Y ellos hablaban que tú les habías prometido jugar con tu consola mientras leías el último volumen de un manga rojo!

Makomo hace cara de pato mientras con su mano derecha hace una boca.

—No, no, Makomo, yo no leo esas cosas. —Makomo actúa sorprendida mientras mira su mano—. ¿En serio, Sabito? —Su mano se abre y cierra—. Sí.

La de ojos azules frunce el ceño.

—¡Eso me dijiste!

—¿¡Puedes entrar a la casa, por favor!?

El de pelo color durazno empuja al trío que estaba fuera de casa y tras entrar, cierra la puerta.

Suspira.

—Muichirou, Yoichirou. —Los mira—. Cumplieron su parte ¿verdad?

Los dos gemelos se miran.

Makomo los miraba fijamente.

—Eso...

—Bueno...

En el pináculo del entendimiento humano, Sabito asiente.

—Se los cobraré luego, en mi habitación está la consola.

Los dos gemelos alcanzan la iluminación y asienten.

—Está en el archivador de la derecha, si no debajo del escritorio o en el cajón del escritorio. Cuidado con mis lápices.

—Bien.

—Entendido.

Ambos se alejan, haciéndose los tristes por incumplir su misión.

Suben por las escaleras que estaban frente a la entrada e iban hacia el segundo piso.

—Hm.

Makomo los mira fijamente.

—Estoy segura de que no pudieron comprar ese volumen. —Sonríe y mira a Sabito—. Nee, Sabito ¿somos amigos?

—Mejores amigos.

El pecho de su camisa es estrujado y violentamente tirado por Makomo.

—¿Eres tan per-, pervertido como para leer esas cosas?

Sabito cierra sus ojos, luego los abre.

Tenía un par de dignidades que guardar.

—¡Lo soy! ¡La historia es demasiado buena!

—A-, Así que realmente era para ti...

Makomo suelta su camisa y mueve su pie derecho, nerviosa.

—Podría contarle a Sakonji-jii-san ¿lo sabes?

La cara de Sabito se trastorna por medio segundo en una mueca, cosa que Makomo notó.

—Papá... no me diría nada... seguramente me mandará a pagar los servicios, por favor, que no le diga.

—Mm... entonces se lo diré.

Ella da un paso hacia atrás, pero sus manos son tomadas.

—¡Lo siento! ¡Por favor no le digas a papá!

—Ughya- espera, espera, suéltame primero-

Se acerca aún más a Makomo mientras su expresión se vuelve una suplicante.

—La pasaré muy feo trabajando si papá se entera que gasto en mangas eróticos. No le digas.

—A-, Aléjate-

Sabito pone una rodilla en el suelo y lleva las manos de Makomo a su cara, brindándoles un abrazo.

—¡Por favor!

—¡Estás muy raro! ¡Suéltame!

Las piernas de Makomo temblaban mientras miraba sonrojada hacia Sabito.

—Lo quieras. ¡Te compraré el mismo estuche que Ozaki-san!

—¡Eso es muy caro!

Sabito la mira fijamente.

—¡Los servicios son aún más caros!

—¿¡Sakonji-jii-san te pondría a pagarlos!?

—¡Lo haría!

Ambos quedan viéndose, en silencio.

—... lo que sea ¿verdad?

—Sí.

—Dame un abrazo.

El de ojos grisáceos se pone de pie de inmediato y la abraza.

—¡Ahya!

Un gritito random se escapa de Makomo al ser abrazada tan pronto lo pide.

Sus manos temblaban.

—¿Así está bien?

—... más fuerte.

La fuerza del abrazo aumenta un poco.

—E-, Espera-

Al estar nerviosa, Makomo intenta acomodar sus pies en el suelo, causando un desequilibrio en ambos. Sabito rápidamente se las arregla para poner su pie derecho y estabilizarlos.

Su abrazo no se relaja ni un poco.

Las manos sueltas de Makomo se aprietan en puños, luego se relajan y las envuelve alrededor de la espalda de Sabito.

Y oculta por el pecho de él, ella sonríe de manera tonta.

—Jaja, lo sentimos, recordamos que teníamos que ir con Shabana-san.

—Gyutarou nos golpeará si llegamos tarde.

—Opa-

—Owo?

El dúo de gemelos baja por las escaleras.

—Los dejamos reconciliarse.

—El porno y los eroges mienten un poco, lean más de educación sexual.

Ambos pasan apresuradamente y sin esperar respuesta de alguno del dúo abrazos, abandonan la casa y cierran la puerta.

Makomo aprieta más fuerte a su compañero de cuarto semestre en su abrazo. Sabito hace lo mismo.

—Sabito...

—Lo siento.

Él la suelta de inmediato y se da la vuelta.

Makomo lo mira algo pensativa mientras mueve sus manos, nerviosa.

—Pervertido.

—Lo siento.

—Cochino.

—Perdón.

Una sonrisita se forma en la cara de Makomo.

—Moo~ creo que quiero comer cereal, hazme un poco.

—Sí.

El desayunar juntos era una costumbre de años, pero ese día, domingo a las 3 de la tarde, ambos tomaron cereal para calmar los ánimos y repensar sus acciones antes de que algo saliera mal.

Quizás el tener mayoría de edad no aseguraba su confianza.

[ F I N ]

Sonrojos - SabiMakoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora