20|Adictivo.

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Por la manera en cómo su pierna izquierda sufre un tembleque, llego a la conclusión de que está demasiado nervioso como para subirse al transporte público, mira hacia ambos lados de la calle asegurándose del perímetro al estar sentados en el paradero

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Por la manera en cómo su pierna izquierda sufre un tembleque, llego a la conclusión de que está demasiado nervioso como para subirse al transporte público, mira hacia ambos lados de la calle asegurándose del perímetro al estar sentados en el paradero.

—Todo está en orden, Hanssen. Nada va salir de los arbustos —lo codeo llamándole la atención.

—Tengo la sensación de ser observado —comenta regresando los ojos a mí y su expresión se suaviza—. No puedo evitarlo, es parte de mí estar alerta.

—Entiendo, todo va a salir genial esta noche y aunque no, será divertido, ¿va?

Asiente un par de veces presionando mi mano. El transporte llega poco después, es de esperarse que no haya más gente dentro a altas horas.

Creo que somos vampiros porque se ha vuelto costumbre andar de noche por las calles.

—¿Puedo saber cómo te hiciste la herida de la mejilla? —inquiero apartando la cabeza.

—Hailee se divirtió conmigo lanzándome dagas —plasma una mueca —. Le conté sobre mí y lo que está sucediendo.

—¿Y qué pasó luego?

—Al principio lo tomó como una broma —bajo la vista al verle volver acariciar a Nugget que está complacido con el buen trato que tiene —. Le pedí que me lanzara esas dagas como quisiera y vaya que lo disfruto la pesada solo para demostrarle lo que hicieron conmigo. Me creyó cuando... eso no importa, la buena noticia si se puede llamar así, es que sabe la verdad.

—¿Y qué hay de tu tía la rebana orejas?

Mi expresión se transforma a una no tan complacida de tan solo recordar la herida que tengo y me sigue doliendo poco. Hanssen sonríe de lado por unos segundos.

—Por el momento le daré otra versión, es mi familia, pero tengo que mantenerme al margen —se encoge de hombros —, confiar a estas alturas me resulta un conflicto.

—¿Tú crees? Parece agradable para cualquiera.

—Mako, ¿hablamos de otra cosa? —acerca su rostro al mío. Siento su aliento chocar contra mis labios —. Tenemos una salida, solos, lo menos quiero es centrarme en los problemas y más en ti.

Mi corazón se acelera. Carraspeo saliendo del trance que produce su magnética mirada cada vez que se encuentran.

—Vaaale, ¿qué te parece la idea de ir a un bar, aunque al final terminemos consumiendo refrescos? Hay muchas opciones, ir a cenar, el cine, caminar por el parque.

—¿Qué tiene de interesante caminar?

—¿Haces ejercicio? —mi respuesta suena más a una pregunta —. No le veo nada malo disfrutar del panorama.

—Por favor, ten piedad de mí y no me obligues a caminar —frunce la nariz de manera graciosa.

—Voy a meditarlo.

Un deseo prohibido #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora