capítulo XIII. fantasmas eléctricos.

48 5 1
                                    

Steve abrió una botella de whiskey, se quitó la gorra enfocándose en el fuego de su pena y nos contó cómo pasó los últimos momentos antes de darse cuenta de que había perdido su esposa e hijo en esa cruzada de sangre...
-me encontraba trabajando duro en el taller, cuando escuche ese gran disturbio en la calle, no me podía concentrar así que decidí cerrar mi cortina, y mientras escuchaba la radio dieron un aviso de lo más extraño, cosas de cadáveres, y niños, por el momento no le encontré sentido de alarma e igual se me hizo una exageración hasta que mi arrendador lo escuche gritar de tal manera que parecía como si una jauría de lobos lo estuvieran atacando, tome una llave enorme y corrí a ver lo que estaba pasando cuando me acerqué al otro local donde estaban haciendo reparaciones eléctricas, lo vi destrozado por completo intentando sobrevivir, sus huesos de sus pies estaban expuestos, se le alcanzaba a ver sus costillas, el hombre ensangrentado se lo estaban devorando sus trillizos, sus hijos, esos vagos eran una lata siempre, tenían una edad de doce años, esa edad que son insoportables, siempre arrojaban rocas a mi camión, molestaban a mi gato, y le prendían fuego al cesto de la basura, los vi a esos tres chicos y ya no eran los mismos, sus miradas vacías, sus rostros pálidos, salvajes como un animal carroñero, el hombre con su último esfuerzo tomo los cables de un tablero de alto voltaje y decidió morir junto a sus hijos, el olor era muy desagradable, muy fuerte ver como saltaba la electricidad por los cuerpos fue atroz, la piel se derretía como un malvavisco, el hombre aun así después de estar calcinado quedo abrazando a sus hijos, corrí en ese instante y llame a Melissa y le dije que corriera, que se encerrara adentro con nuestro hijo Dylan, busque la forma de salir de ahí, y mientras lo hacia los trillizos se levantaron pero fusionados de sus cabezas fundidas por la electricidad caminando torpemente, humeantes, su piel colgando, calcinados, olorosos, y los tres rostros mirándome hambrientos, regrese al taller y aprovechando el momento busque mi revolver y les dispare varias veces hasta que cayeron en el suelo, fui en busca de mi camión pero cuando salí del local una parvada de niños que salieron de un autobús escolar que se había estrellado cerca, comenzaron a perseguirme...
-espera amigo, yo estaba ahí, en ese preciso momento, yo te escuche maldecirlos y disparaste, trate de ayudarte pero un bastardo comenzó a seguirme y acabe en una jodida escuela.
-curioso, estar tan cerca y terminar donde mismo (me ofrece un trago de su botella)
Nunca creí que podría sobrevivir a eso, así que me refugie dentro de una patrulla, encontré algunas balas y regrese por mi camión, y cuando estaba intentando ponerlo en marcha algo atoraba el motor, abrí el cofre y encontré a un mocoso dentro del compartimento comiéndose a mi gato, estiraba su piel con los dientes desgarrándola como si fuera goma de mascar, mientras su brazo se había atorado entre las bandas y ventilador de la máquina, al sacarlo de ahí a golpes con mi barra de acero, en ese momento entendí que no debía tenerles piedad a esas alimañas aun sabiendo que eran niños, y después pensé en ese hombre que adoraba a sus hijos y que por mero sacrificio trato de liberarlos de ese calvario, nunca dejo de ser su padre, vi la foto de mi familia y solo imploraba que estuvieran bien, y ahora estoy aquí viendo el fantasma de mi más oscuro miedo, mierda ahora que será de mi...
-bueno, lamento mucho tu tragedia pero sobrevive, no te diré que todo será mejor o que todo se va arreglar, solo has que valga la pena, ellos ya no están y te toca seguir en pie hasta que la oscuridad llegue a cobijarte, si te interesa síguenos nos caería bien un poco de ayuda, buscamos a unos gemelos que venían aquí a la florería, al parecer eran algo extraños
-si vi a esos chicos andar por aquí traían unos uniformes raros, muy pálidos como si hubieran salido de una nevera, sus ojos perdidos, pensé que eran de esos tipos que se disfrazan, los veía dirigirse a una iglesia cerca de aquí, seguido venían por flores.
-podrías llevarnos?
-vamos, quiero desahogar mis penas, tal vez encontremos más whiskey...

los hijos del caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora