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Calidez, la luz de una vela, eso es lo primero que recuerdo, el llanto de un bebé y la voz de mamá cantando una canción de cuna que ya no puedo recordar, solo queda un poco de la tonada en mi cabeza. La voz se hacía más distante. Y despierto.
La luz del sol se colaba un poco de las cortinas, un rayito dió directo con mis ojos, le di la espalda a la ventana y me removí entre las sábanas para encontrar más calor. Y justo cuando estoy a punto de caer dormida de nuevo, la puerta se abre de golpe.

-!Arriba! !Levántate! !Se hará tarde! -Exclama mi madre mientras corre a abrir por completo las cortinas. Cierro los ojos por la cegadora luz que ilumina mi habitación entera. Me arrebata las sábanas de un tirón.

-!Madre! -Me senté de golpe, estaba medio dormida aún y un escalofrío me recorrió el cuerpo. Tanteé la cama buscando algo con que cubrime. Abrí los ojos, mi madre se paraba mirandome con los brazos cruzados.

-No me hables en ese tono señorita, toqué la puerta tres veces, ninguna respuesta de tu parte. -Tomó mis prendas de la cómoda y me las arrojó.

-¿Estás volviendo a dormir tarde cierto? No quiero que vayas a la biblioteca esta semana, solo pierdes el tiempo con esos malditos libros. Tenemos demasiado trabajo que hacer para el viernes. Lo sabes. -Tomó mis botas y las puso junto a la puerta.

- No es eso madre, solo estoy demasiado cansada últimamente. - Me froté los ojos y bostecé, peiné mi cabello con los dedos y me levante de la cama.

-Excusas. Necesito que vayas a abrir la tienda. -Se paró junto la puerta, contaba con sus dedos y miraba al techo, recordando sus tareas de hoy, y diciendome las mías. -El señor Everglot irá por un ramo de rosas para su hija, tenlo listo antes de las dos en punto, pon un moño azul y una tarjeta para dedicatoria. Te pagará lo que le dije. Yo iré con el señor Jenkings para ayudar con las flores. Después iré al castillo para llevar el almuerzo a tu padre. Regresaré antes de las cuatro. No te vayas de ahí, dejé unas monedas sobre la mesa, compra un pan para el desayuno. -Se acercó para darme un fugaz beso en la frente antes de salir corriendo.

Escuché sus pisadas fuertes en las maderas y después la puerta cerrándose. Fue entonces cuando comencé a vestirme.
Até mis botas y fui a lavarme la cara al baño, sujeté mi cabello con un lazo y me apresure a buscar papel y lápiz.
Antes de salir anoté lo que mamá me dijo:
-rosas, moño azul, tarjeta, antes de las dos.

¿Que más? Habia algo más. El reloj de la estancia sonó. Las doce en punto. Mamá tenía razón iba tarde,
!CONCENTRATE!

Solía ser muy puntual, trataba de ser perfecta en todo lo que hacía, ultimamente olvidaba cosas, me dormia en todas partes, solo quería ir al bosque donde podía estar sola. Tomé la lista y salí de casa.
Caminé a prisa hacia el centro del pueblo, estaba algo lejos así que aceleré el paso, y después comence a correr.

Vivía en en Milla, una aldea regida por el rey Dimitri De 'Ath III. Soberano y dueño de Strathclyde. Milla es la aldea más pequeña de las tres que hay en el reino:
Milla, Ibelin y Vaedran.
Mi aldea esta a unos minutos del castillo en cuarruaje.
Aquí vivimos las personas y familias que trabajan ditectamente para el rey.

Mi padre Dominic es un herrero en el castillo, hace armaduras y armas para los caballeros que protegen el palacio. Es un trabajo bastante importante, y es bien pagado. Pasaba la mayor parte de su tiempo en el castillo, su empleo demandaba mucho, y solo podía verlo una o dos veces por semana. Mi madre, en cambio, lo veia diario, le llevaba el almuerzo a la misma hora cada día, sin falta. Pensé que no iría hoy. Tenía que ir con el señor Jenkings para ayudar con los arreglos florales.
Su esposa habia desaparecido y hace unos días, dos guardias la encontraron muerta, muy lejos del pueblo, en lo profundo del bosque.

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