INFERNO

2.-

Al fin dieron las doce. Todos en el castillo deberían estar dormidos.

No debería salir hoy, es estúpido y peligroso, pero si no me alimentaba pronto mataría a cualquier cosa con pulso que pasara frente a mi puerta.

No he probado ni una gota de sangre desde hace dos semanas y estaba volviendome loco. Todo por culpa de la entrometida de mi madrastra.
No me encontró en mi habitación una ocasión y estuvo pisándome los talones noches y días enteras. No pude escapar en ningún momento.
Ayer me pidió que firmara una carta para que se la enviaran a el esposo de la señora Jenkings. ¡Ha!, si supiera.
Lamento mucho ese desafortunado accidente.
No me gusta matar humanos, los evito lo más posible, pero ella se topó conmigo en un muy mal momento, no me di cuenta de lo que hice hasta poco después. Fue extraño encontrarla tan lejos de la aldea, además, siempre trato de ser lo suficientemente silencioso y me aseguro de que esté solo antes de alimentarme. Lo lamenté mucho, no la reconocí hasta que olí en ella el delicioso aroma de los pasteles que comía de pequeño en mi cumpleaños. Jamás pude conocerla en persona, desafortunado que nuestro primer encuentro tuviera que ser así.
Regresé a casa y me encerré por cuatro días debido a eso.

Justó hace unas horas Leonor vino a verme y me dió la charla de mi vida. Me pidio que me presentara el viernes en su fiesta de cumpleaños, tuve que acceder porque me juró que no volvería a dejarme solo de nuevo. No pensé lo que implicaría. Pero tendría que pensar en ese problema más tarde. Ahora no podía, tenía cosas importantes que antender primero.

¿Cuál era su maldito problema? ¿Porqué no puede dejarme en paz? Seguro piensa que estoy en mi época de rebeldía.
Fue un shock para todos que hace dos años se casara con mi padre. Pero me sirvió como perfecta excusa para no aparecer en público de nuevo.
Papá jamás se metía en mis asuntos. Pero ella de repente empezó a actuar como si fuera mi madre y se volvió una completa pesadilla.
Al principió ella no era una molestia para mí, ni si quiera la notaba en absoluto, pero ahora no me dejaba ni respirar.
Si no fuera por esos pequeños diablillos ya la hubiera hechado del palacio hace tiempo.
Leonor trabajaba para mi padre, y aún lo hace, lo único diferente es que desde que se convirtió en su esposa, tiene más derecho sobre todos aquí, incluso de mí. Y abusa de su autoridad constantemente.
Amelia y Aaron, sus mellizos, nacieron aquí en el castillo. Su padre, un hombre que trabajaba en las caballerizas murió en un accidente. Como Leonor nunca cuidaba de ellos, los mandarían a un orfanato, y es cuando mi padre los adoptó como suyos, ella por obligación empezó a preocuparse por sus hijos, por primera vez.
Honestamente me alegra mucho que estén aquí, este lugar se sentía tan solo desde que mamá murió. Ellos le devolvieron la vida a este castillo. Sus risas se oyen en los pasillos y hacen ecos por todos lados. Me recuerdan a lo felíz que fuí en mi infancia. A veces yo también cuido de ellos. No quiero que se sientan tan solos como yo ahora.

Abrí la puerta y salí, crucé toda el ala oeste hasta poder bajar a las mazmorras y poder salir por la puerta de la cocina.
Después de tantos intentos fallidos de escape encontré la mejor ruta para salir sin que nadie me viera. Traté de saltar por mi ventana una vez. Son tres pisos hacia abajo, sabía que saldría ileso pero no me di cuenta que habían varios guardias en el jardín. Mi padre se entero y recibí un castigo, no lo intenté de nuevo.

Justo cuando salí el gélido viento de la noche me recibió, el bosque solo estaba a unos cuantos pasos. Miré la luna llena y reconsideré mi tonta idea. No regresaría a mi habitación después de todo el trabajo que me costó salir, solo suspiré y comencé a adentrarme al bosque. Tenía que tener especial cuidado hoy, los sangre de lobo podrían estar en cualquier lado, yo era sigiloso y rápido, sin ningún problema podía escapar de ellos. Pero en cambió, ellos solo eran bestias sin control ante la luna llena, y eso me aterraba un poco, ya que no podía herirlos, y ellos tampoco a mí pero no tienen conciencia cuando son animales, y no quería correr con ningún riesgo.