Capítulo 1

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La noche del 01 de Julio.

Carla.

Me encontraba montada en mi motocicleta, iba sin rumbo alguno, después de un atareado día eso era lo único que me podía hacer sentir viva.

—Joder que día tan terrible tuve— dije con una pequeña mueca de desagrado.

Cada vez aceleraba más aquel motor para así sentir las gotas que caían del cielo con más frecuencia.

Me detuve al ver que había una pequeña multitud en medio de una gran avenida.

—Que esta pasando aquí— me pregunte.

Al bajarme de mi nave me di cuenta que en medio de tanta gente estaba mi más querido amigo, el cual le gustaba andar metido en problemas.

—Joshua, Joshua ¿Que esta pasando?— le grite a mi amigo para que me explicara que era lo que había pasado.

—Hubo un pequeño problema con este tipejo y no sabe como afrontarlo solo— respondió salido de sus cavales.

Al yo darme cuenta de que el problema no era "pequeño" como lo menciono aquel chico alto de ojos claros tuve que hacer algo al respecto.

—Joshua ¿necesitas mi ayuda?— le pregunte al oído mientras nos dábamos un fuerte abrazo.

—Pequeña no quiero que te metas en más en líos, ya tienes suficientes— menciono mientras hacía un gesto gruñón.

—Es imposible no ayudarte cuando todo el tiempo me ayudas hasta en las cosas minimas— le dije mostrandole una arma 9mm que tenia en mi pantalón camuflado .

Siempre andaba armada ya que mi mundo era más de enemigos y siempre tenia la incertidumbre de que alguien me iba atacar y debía ir un paso adelante de mi oponente.

—Carla corre— dijo aquel chico haciendo una señal con sus manos.

—¿Jos que acabas de hacer?— exclame con mis manos en la cabeza.

El chico se quedó callado a mí pregunta, claro era obvio lo que había pasado  no era necesario responder aquello, el chico había hecho un disparo directamente a la pierna de aquel "tipejo" —Joder que buena puntería Jos— le dije tratando de calmar un poco sus nervios.

Salimos de aquella multitud que creció apenas sonó el disparo. Ibamos en mi nave, el chico hacia uno que otro chiste malo y yo reía para que se olvidsra un poco de lo que había pasado minutos antes.

—Gracias Pequeña— dijo mientras bajaba de la moto y me hacia piojitos en la cabeza.

—No agradezcas nada Jos, siempre me haz ayudado en mis líos y es hora de yo darte mi ayuda— mencioné mientras prendía mi nave para ir hacia mí casa.

Sabía que al llegar aquel hogar donde se encierra los maltratos no me esperaba nada más ni nada menos que un regaño, un regaño que me hace pensar en que hago mal, pensar en sí en realidad puedo ser feliz y pensar tantas cosas que quizás la vida más adelante me demostrará lo contrario.

—Buenas noches madre— dije con una gran expresión de alegria en mi cara al ver a mi mamá.

—Hola Carla, por fin llegas a casa ¿como te ha ido?— Dio una pequeña sonrisa la cual marcó sus hoyuelos.

—Lo siento mamá, tuve un pequeño incidente con la moto y tuve que arreglarlo— le mencione mientras la miraba fijamente.

Al ver su rostros lo note no muy convencido después de lo que le dije, pero no podría decirle que me acababa de meter en un lío con Jos.

—Esta bien, esta bien cariño— resaltó con un tono de voz muy suave. —tu padre llegará pronto—

Al escuchar esas cuatro palabras caímos en medio de un silencio incómodo, tanto ella como yo sabíamos que mi supuesto "padre" no me caía bien y tan solo mencionar la palabra padre era irritante para mi.
—Hola familia— Saludo mi padre mientras se quitaba su chaleco.

—Hola amor ¿como estas?— dijo mi madre dándole un beso.

—llegó quien faltaba— mencioné mientras me paraba brutalmente del comedor haciendo caer la silla.

Mi padre furioso me observó y mientras veía como abría su boca lentamente para decirme lo que siempre decía me aleje dirigiéndome rápidamente hacia el lugar donde cuelgo las llaves de mi nave y salí sin tener conocimiento de nada.

Prendí la moto y me puse aquel casco que me causaba tanta ternura.

—en realidad ese es tu padre— repetían constantemente las voces de mi cabeza.

Por fin llegue a que destino que me hacía sentir bien conmigo misma, era un montaña, podía apreciar el cielo, la luna y las pocas estrellas que habían, si pudiera describir el lugar con una sola palabra seria paz, eso era lo que el lugar me brindaba PAZ.

—AAAAAH ¿POR QUÉ? ¿POR QUE ME PASA ESTO A MÍ? — grite mientras caían una tras otra lágrima y tiraba las piedras que estaban a mi alrededor.

Después de un largo rato pensando, lance mi mano derecha a uno de mis bolsillos y me di cuenta que tenía una bolsa con un polvillo blanco —y este milagro— decía mientras la sacaba y buscaba una llave para poder inhalar un poco de aquello que había en la bolsa.

¿Existe la vida después de la muerte? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora