Capítulo I.

446 16 3
                                    

Hoy era mi primer día de trabajo, me habían contratado como administrativo en una pequeña empresa. Según lo que me contaron, era una oficina muy simple, pero que me gustaría lo que iba a ver. Además, iba a cobrar bastante bien por lo que iba a hacer ahí dentro. Sinceramente estaba emocionado.

Me hice un moño en el pelo, ya era una tradición. El resto de la ropa era una camisa de botones y unos calcetines blancos, lo demás de color negro. Era sencillo, pero elegante, eso seguro. A decir verdad, me especificaron que fuese con algo así, o al menos parecido, que cumpliese con el código de vestimenta de la empresa y todas esas mandangas.

Cerré mi habitación, fui escaleras abajo y me acerqué a la puerta. No tenía tiempo para desayunar. Cogí mis llaves de una mesa que tenía cerca y abrí la puerta. Salí y la cerré igual de rápido, y entré en mi coche para ir a las oficinas.

.   .   .

Llegué en unos 15 minutos, eran las 6:45. Por suerte encontré un sitio donde aparcar. Quité la llave del coche, me bajé y lo cerré. Fui enseguida al edificio al ver que ya lo tenía cerca. Tardé unos cuatro o cinco minutos más en llegar. A lo lejos podía ver una chica ahí parada, tenía el pelo negro, pero su piel era blanca como la nieve. Era muy guapa, directamente majestuosa. Supuse que ella era la que me iba a indicar todo.

Me acerqué poco a poco adonde estaba ella, los que entraban al edificio me miraban como a un loco. Mientras tanto, aquella señorita lo hacía disimuladamente y a la vez con dulzura,  sin dejar de ser profesional.

—Buenos días, señor Jaeger —dijo.
—Eh... sí. Buenos días, señorita... Ackerman —respondí al ver una placa que llevaba su nombre, la tenía colgada de un bolsillo de su camisa. Se rió un poco y guardó la placa dentro del bolsillo. Me dio la mano y sonreí un poco. Me estaba muriendo por dentro, su tacto era muy suave.
—Le noto nervioso, ¿no? —preguntó, y asentí—, no se preocupe. Me han encargado introducirle y ese tipo de cosas. Entonces... eso, vamos —volví a asentir, y entró al edificio. Fui tras ella, me puse a su lado rápidamente.

Llegué con ella a la oficina. La gente que había ahí tomando asiento o ya sentada me miraba y me saludaba como si nada, con la cabeza o con la mano dependiendo de qué tan animados estuvieran. Me hizo gracia, imagino que habían dejado de pensar que era un loco.

Subimos a un ascensor y me puse tras ella. No podía resistirme a mirar a la señorita Ackerman de arriba a abajo.

Tenía un cuerpo divino. Necesitaba conocerla más, pero entonces volvía a la realidad y apartaba la mirada. Era vergonzoso que en mi primer día pensara cosas así.

—Mire, ya hemos llegado. Esta es su zona —dijo, y me sacó de mis pensamientos. Salí del ascensor tras ella y entré en la sala. Fijé mi mirada otra vez en ella durante un rato. Ella hizo lo mismo.
—Oh. Muchas gracias —respondí, me dio un abrazo y dos palmadas en la espalda. Rodeé su cintura con mucha vergüenza, estaba muy nervioso y no me esperaba esto para nada.
—De nada. Bienvenido sea. Cualquier cosa que necesite puede decírmela. Dentro de las reglas del edificio, por supuesto —se separó y se quedó de pie.
—Oh. Claro, lo haré. Pero, una cosa. ¿Por qué no se va? —dije y me senté.
—Bueno, va a parecer muy conveniente, pero da la casualidad de que usted y yo trabajamos el uno frente al otro. Vamos a ser compañeros de trabajo en el sentido más literal de la palabra —respondió, y se sentó en la silla que había frente a la mía.
—Oh. Perfecto, supongo que así podremos conocernos un poco más.
—Claro. Yo encantada —nos miramos a los ojos durante un rato, me sonrió e intenté lo que pude para sonreír también sin morirme de vergüenza.

Era una sala muy bonita, tenía una cristalera bastante grande, a través de ella se podía ver todo el edificio por dentro. Al parecer estábamos en una de las plantas más altas. En el lado contrario había una pizarra negra en la pared, de las que había que utilizar con tiza.

Until I found You - Eremika. ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora