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Viernes, 1995

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Viernes, 1995

Era una fresca mañana de viernes en el Gran Comedor de Hogwarts. La gran mayoría de alumnos se encontraban disfrutando del desayuno, sumidos en conversaciones sobre la próxima salida a Hogsmeade, compartiendo los últimos chismes, en el caso de unos pocos, simplemente ignorando el bullicio que los rodeaba.

En la mesa de Slytherin, un rubio de porte elegante permanecía en silencio, absorto en sus pensamientos mientras removía distraídamente su taza de te. No fue hasta que un ligero golpe en el hombro lo saco de sus ensimismamiento que regreso a la realidad.

—¿En qué tanto piensas? —le susurró su mejor amiga, mirándolo con curiosidad.

Draco Malfoy parpadeó y volvió la vista hacia Pansy Parkinson, quien lo observaba con el ceño ligeramente fruncido.

—Solo estoy pensando en los exámenes finales —respondió con indiferencia, como si el tema realmente le preocupara.

Pansy rodó los ojos, sabiendo que eso era una excusa. Antes de que pudiera replicar, otra voz interrumpió la conversación.

—Tranquilízate un poco, Draco —comentó Blaise Zabini con su habitual tono relajado—. Mañana es la salida a Hogsmeade, mejor pensemos en qué haremos cuando estemos en el pueblo.

Draco suspiró y dejó la taza sobre la mesa. En el fondo, estaba de acuerdo con su amigo; después de todo, un poco de distracción no le vendría mal. Entre los tres comenzaron a planear su visita a Hogsmeade, a lo que minutos después se les unió Theodore Nott, quien, como era costumbre, llegó con un aire sereno y una taza de café en la mano.

Mientras tanto, en la mesa de Gryffindor, una escena completamente diferente tenía lugar. Harry Potter observaba divertido cómo su mejor amiga se enredaba en una discusión con su otro mejor amigo.

—¡Ronald Bilius Weasley! —exclamó Hermione Granger, exasperada—. ¡Por amor a Merlín! ¿Cuántas veces tengo que decirte que no comas de esa manera?

Ron, con la boca llena de comida, intentó replicar algo que sonó más a un balbuceo ininteligible que a una respuesta coherente

—¿Qué? —preguntó luego de tragar su bocado, encogiéndose de hombros ante las miradas de asco de sus amigos.

—No hables con la boca llena, Ron —dijo Harry, desviando la mirada para evitar ver el contenido de su plato.

Hermione suspiró, frotándose las sienes en un intento por contener su frustración.

Cuando terminaron de desayunar, Ron volvió a hablar, cambiando de tema rápidamente.

—¿Tienen algo pensado para mañana?

—Sí, estudiar —respondió Hermione automáticamente, sin despegar la vista del libro que tenía entre manos.

Ron bufó y miró a Harry en busca de apoyo.

𝘈𝘤𝘤𝘪𝘥𝘦𝘯𝘵𝘦 ✧ 𝘋𝘳𝘢𝘳𝘳𝘺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora