Oscuro. Estaba oscuro. Como siempre.
Y estaba jodidamente frío. El tipo de frío que sientes en los huesos. El tipo de frío que me hacía sentir vacía y asustada. Sin embargo, ya me había acostumbrado a esa sensación desde hace mucho tiempo.
Perra sin corazón. Así es como me han llamado y estaba de acuerdo con ese título, porque eso era. Un corazón de hielo, lengua como la de una serpiente y unos ojos que hacen que los chicos se vuelvan locos. Los chicos me quieren y las chicas quieren ser yo. Ese viejo cliché.
Subí con mis tacones por el camino de la acera, hasta las puertas que custodiaban la enorme propiedad que había detrás de ellas.
"¿Nombre, por favor?" el hombre con aspecto de rata dijo desde la cabina.
"¿En serio, Pettigrew? Vamos, yo se que sabes mi nombre" puse los ojos en blanco mientras me examinaba las uñas.
El hombre inquieto, volteo a ver a su alrededor nervioso en su pequeña cabina de guardia, me estaba impacientando.
"E-el Señor Oscuro insiste que todos presenten su nombre en la puerta para garantizar máxima seguridad en la mansión y..." arrastró las palabras como un idiota.
"Por favor, hombre rata, nadie puede imitarme. Ahora ábreme antes de que me aparezca dentro." me burlé tirándome el pelo encima del hombro.
"S-si, señorita Eros" agitó su mano y las puertas se comenzaron a abrir lentamente. Con chirridos odiosos qué rasgan el aire silencioso.
Continuo caminando hacia la mansión y me tomo un momento para admirar lo hermosamente siniestra que se veía contra la pálida luz de la luna. Maravillosamente malvada.
"Te ha llevado bastante tiempo, Rose" mi padre me dijo entre dientes mientras tomaba mi asiento juntó a él.
"Lo siento padre, la rata en la puerta estaba tomándose su tiempo hoy" Me aparté el pelo de la cara y crucé mis manos sobre la mesa de roble oscuro que tenía enfrente. La mesa estaba llena de individuos ansiosos y rígidos, todos vestidos de negro de pies a cabeza, algunos incluso con sus túnicas. Lambiscones.
"No lo hagas un hábito. Nosotros esperamos que llegues a tiempo. El Señor Oscuro no tolera la tardanza. Tú lo sabes." me regañó a través de sus labios apretados.
"Lo siento" susurré de regreso. El aire de la habitación cambió y la postura de todos se tensó. Él estaba allí. Antes de que pudiera verlo, podía escuchar cómo se deslizaba esa maldita serpiente. Nagini. Se deslizó sobre la mesa sacando la lengua a todos los que estaban sentados.
Ya no me asustan muchas cosas, pero dos de ellas estaban en esta habitación en ese momento. La maldita serpiente gigante y el señor oscuro.
Entró flotando a la habitación como si estuviera caminando en el aire. Sus ojos rasgados analizaron la sala y sus labios se curvaron para repasar sus dientes ennegrecidos. Nagini se deslizo de nuevo a su lado y pasó sus afiladas y amarillentas uñas por sus escamas.
Un nudo se me formó en la garganta mientras más tiempo lo miraba, así que bajé mi mirada a mis manos que estaban en mi regazo. La marca en mi antebrazo se asomaba por debajo de mi manga e instintivamente la cubrí rápidamente.
Dios, ardía. Especialmente con él tan cerca. Mi piel suplicaba algo de calma. Rascarla, picarla, restregarla, cortarla... cualquier cosa para que el ardor disminuyera.
"Ha llegado a mi conocimiento... que alguien en esta sala... ha tenido un cambio de lealtades con su Señor Oscuro" Su voz de serpiente siseó. Me mantuve con la cabeza baja.
"Desde el regreso de La Orden, han habido algunos... rumores sobre la deslealtad dentro de mi propio círculo de confianza" jugueteó cuidadosamente con su varita y comenzó a caminar alrededor de la mesa.
La Orden del Fénix estaba de regreso. Yo solo había escuchado rumores y murmullos sobre eso entre otros Mortífagos y en Hogwarts... pero no estaba segura de que fuera cierto.
Fue impactante, de verdad. ¿Qué pensaban que iban a lograr reuniendo a su pandilla de magos de segunda? ¿De verdad creyeron que ellos iban a lograr derrotar al señor oscuro? ¿Un grupo dirigido por un fugitivo, un hombre lobo, un patético amante de muggles y Harry Potter con sus dos secuaces? Por favor ¿Por qué alguien pondría su lealtad con ese grupo de perdedores?
Mi corazón palpitaba fuerte mientras él caminaba detrás de mi madre, padre y yo. Pasó sus manos por el respaldo de nuestras sillas, sus uñas pasando por los patrones de la madera. Voltee mi cabeza lentamente cuando ya estaba segura que no iba a parar cerca de nosotros, y examine los rostros de todos lo que estaban en la mesa.
Era difícil decir quién era el traidor cuando todos los rostros parecían igual de aterrorizados. Es como escoger una aguja en un pajar.
Mientras analizaba los rostros pálidos y los ojos cansados de los demás, encontré a alguien mirándome. Mirándome nerviosamente.
Esa piel pálida y de porcelana básicamente brillaba en contraste con el traje negro azabache que siempre llevaba. Su cabello rubio casi blanco era aún más brillante en estas luz tenue, y sus ojos azul grisáceo eran aún más penetrantes de lo que yo recordaba.
Su mandíbula estaba tensa y se movía ligeramente, o tal vez estaba temblando. No podría decir desde el otro lado de la mesa. Sus manos con las venas marcadas y sus dedos llenos de anillos estaban encima de la mesa. Su marca se asomaba por el borde de su manga, igual que la mía.
Una vez que capté su mirada, solo me vio un momento, antes de girar la cabeza lentamente hacia el señor oscuro.
Draco Malfoy era de una especie diferente. Arrogante y engreído. Amaba recordarle a todos que su padre era una autoridad importante. Pasaba por chicas como si fuera su maldito trabajo. Hacía que las chicas rieran y susurraran cuando pasaba por los pasillos. Patrullaba los pasillos incesante y vanidosamente con su insignia de prefecto.
Era un hombre que apreciaba el estatus. Ama un reto. Disfruta de una persecución. Odia perder. Y eso era lo que más me gustaba de él. Que odiaba perder.
Desde nuestro cuarto año, se ha convertido en su misión personal añadirme a su larga lista de chicas con las que se ha acostado. Ha intentado de todo conmigo. Usando esa arrogancia de niño bonito de la que estaba demasiado consciente para intentar seducirme a su nido de serpiente. No le tomó mucho tiempo darse cuenta que había conocido a su igual, pero yo se que aún me desea. El odiaba que no podía llegar a mí. No podía tenerme. Yo era algo prohibido para él, algo que siempre se le negaba.
Jugar con él era uno de mis pasatiempos favoritos. Él no quería admitirlo, pero estaba comiendo de mi mano como cualquier otro chico patético en Hogwarts. A mi entera disposición, le guste admitirlo o no, pero yo nunca le daría la satisfacción de llamarlo a él.
"Te voy a tener un día, Rosie girl. Solo espera" Lo recuerdo proclamando esto con orgullo en la sala común en algún momento durante el año pasado. Hablaba a lo grande cada que podía, pero yo sabía que solo eran palabras. Las chicas siempre elogiaban sus destrezas sexuales y sus intentos con el príncipe de Slytherin, pero tenía la sensación de que sus propias experiencias sexuales mediocres eran la causa de la inflación de su reputación. Él las agarra por el cuello una vez y lo etiquetan como dios del sexo. Patético.
Lo que pasa con Draco y conmigo es que somos iguales. Los dos amamos un reto. Los dos amamos una persecución. Los dos odiamos perder tanto como amamos ganar. Poco sabía él que yo era la creadora del juego. Yo ponía las reglas.
"Charles, Charles, Charles..." Voldemort tomó el respaldo de la silla del hombre nervioso que estaba sentado al final de la mesa.
Mala suerte para Charles, sus últimos momentos de vida iban a estar llenos de terror. Tal vez tuvo que haber pensado en el dolor que te adormece hasta la mente que iba a recibir antes de que fuera poner su fe en el maldito Harry Potter.
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The World and Her Stars || ESPAÑOL
Fanfiction"Yo nunca... nunca en toda mi maldita vida he dejado entrar a alguien, pero tú has logrado infiltrarte en mí, en cada sentido de la palabra. Más que cualquier otra cosa odio que tú seas mi debilidad, Rose, pero lo eres y necesito que te des cuenta y...