La primer interacción entre Damian y Jerome fue casi catastrófica. El chico intervino antes de que el tío desquiciado del pelirrojo acabara con él.
¿Jerome era un loco? Eso era seguro.
¿Ganaría algo con salvarlo? No. Incluso podría decir que muchos le hubieran agradecido si lo hubiera dejado a su suerte.
¿Merecía morir? Aún tenía sus dudas.
—¡Lárgate niño!
—No.
—¿Sabes quien putas es él?— señaló al pelirrojo— Jerome Valeska, el loco que escapó de Arkham.
—Nadie merece lo que le estás haciendo— soltó con voz profunda.
El interior de Jerome se removió, la voz que empleo Damian podría atemorizar a todo el mundo pero a él le pareció de algún modo. Excitante.
Sabía muy bien quién era el chico, era el más joven de los Wayne. Si le preguntaban solo era un bastardo millonario con aires de grandeza, pero verlo allí intentando salvar su vida lo hacía replantearse algunas cosas.
El pelirrojo se encontraba de rodillas —Bien dicho—dijo e inmediatamente el brazo del ayudante de su tío se poso en su cuello asfixiándolo.
Damian sabía que en un futuro se arrepentiría. Se fue adentrando más y más en el establecimiento. Esa noche no estaba en su rol como Robin.
—Eres o muy valiente o muy estúpido— escupió el tío del pelirrojo.
—Suéltalo— hizo una seña y Jerome fue liberado, este cayó estrepitosamente al piso.
—Acaba con el mocoso— ordenó al hombre de antes. Damian tomó una vara del villar y la partió en dos, ambos se acercaron comenzando una pequeña lucha, mientras tanto el tío solo observaba el espectáculo. —¡Acaba con él!— animaba al gran hombre que tenía como ayudante.
—Me parece que alguien olvido su arma en el suelo— exclamó Jerome apuntándolo con ella. El hombre se giró lentamente.—Púdrete— fueron sus últimas palabras antes de que el pelirrojo apretara el gatillo. Un segundo después también acabó con el otro hombre.
Damian se limpió la sangre que había salpicado en su rostro.
A Jerome le pareció muy interesante que el pelinegro no se inmutara con el doble asesinato que había cometido.
—No deberías meterte en problemas— espetó molesto.
Uh, de nuevo esa voz profunda. Jerome solo pudo soltar una gran risa— Me parece que entre tú y yo habrá un poco de diversión— le dijo con su mirada puesta en él. Desde ese día ya no vería en Damian a un bastardo rico. No, porque para él ahora era el demonio de ojos verdes.
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Después del inicio que tuvieron, ambos no volvieron a verse en un buen rato. Jerome fue llevado a Arkham y Damian volvió a su vida cotidiana. Los días y semanas pasaron, hasta que una noche surgió algo interesante.
El robin se encontraba en su vigilancia nocturna, le habían informado sobre ciertos disturbios en las fueras de la ciudad. Esa noche era particularmente agitada.
Era el único disponible ya que sus hermanos estaban fuera, y aunque su comportamiento no era precisamente el más adecuado, nadie objetó cuando él se quedo a custodiar la ciudad.
Si citaba las palabras de su padre "Eres impulsivo y un peligro para las calles". Sonrió al recordar eso, por supuesto que era un peligro para las calles, principalmente para la escoria de Gotham.