16 de Noviembre de 2025. 3:12am.
Escuché mi móvil sonar y me giré en la cama dormida para cogerlo de la mesita.
—¿Si?— Pregunté desconcertada al ver la hora.
—¿Doctora Sarah Collins? Soy el capitán Walsh, de la unidad de homicidios de Chicago—.
¿Chicago? ¿Por qué me llaman desde la otra punta del mundo?
—Sí, soy yo. ¿En qué puedo ayudarle?— Respondí, sentándome en la cama con el teléfono en la oreja.
—Perdone las horas, pero necesitamos su ayuda urgente. He hablado con su superior y he recibido autorización para que venga a colaborar con nosotros en un caso cuanto menos peculiar. Tengo entendido es usted una de las mejores criminólogas actualmente—.
Abrí mucho los ojos al escucharle.
—Capitán Walsh, me alaga, aunque comprenda que tengo mi recelo al hecho de desplazarme tan lejos sin saber nada del caso ni de como se funciona allí... Además de contar con lo repentino de la situación, sin margen para que organice los posibles compromisos que tenga o ciertas cosas como mi alojamiento...—.
—No se preocupe sobre el alojamiento, eso estaría solucionado si acepta. Tenemos preparado un apartamento donde pueda quedarse de forma gratuita durante el tiempo en que sea necesaria su estancia en la ciudad. También contamos con un billete para hoy mismo a las 7:30 am Londres. Sobre la información del caso no puedo darle demasiada por teléfono, aunque le estoy enviando lo que puede saber por el momento mediante el correo—.
—De acuerdo, deme un momento que lo miro— Susurré y deje el móvil en un lateral de mi cama. Cogí mi portátil y lo abrí, entrando a leer lo que me llegó. En el momento que terminé tomé de nuevo el teléfono y me lo acerqué a la oreja.
—Acepto el caso. No le faltaba razón con lo que dijo— Dije seria, aún leyendo de nuevo el contenido del correo.
—Sabía que accedería. Ahora mismo le envío el billete y la dirección de su apartamento. La recogerán en el aeropuerto para acompañarla. Cuando llegue el portero le dará las llaves. Deje sus maletas y el coche la traerá a la central. Una vez allí le explicaré todo mejor— Respondió ahora con un tono aparentemente más relajado. Casi pude escuchar su sonrisa a través del teléfono.
—De acuerdo. Ahora si me disculpa voy a hacer las maletas ya que no dispongo de demasiado tiempo para preparar nada—.
—Claro doctora, nos vemos en unas horas—.
No me dio tiempo a decir nada más cuando había colgado la llamada. Suspiré procesando todo lo que acababa de pasar.
Ahora que lo pienso era de las pocas veces que me llamaban doctora. Conseguí el título hace apenas unos meses y aún se hacía raro. Había llevado mucho trabajo pero estoy orgullosa de que lo logré tan joven.
Mierda, tengo que hacer las maletas, el vuelo es en 4 horas y tengo que estar en el aeropuerto en 2 para facturar todo. Como odio correr.
Me levanté rápido para sacar dos maletas gigantes y una más pequeña del fondo del armario, además de una mochila para llevar lo básico conmigo. Tenía la sospecha de que este caso iba a ser largo de resolver. Las abrí en la cama, comenzando a guardar todo lo necesario. Cuando quise terminar apenas me quedaba 1 hora. Me arreglé corriendo, rezando por no dejarme nada y salí del piso, suspirando antes de cerrar la puerta. Agradecí en silencio que no hubiera nada vivo que cuidar dentro y llamé a un taxi.
Llegué al aeropuerto con el tiempo justo. Cuando 50 minutos después logré pasar el control policial suspiré aliviada. Como odio los viajes hasta que estás allí.
ESTÁS LEYENDO
Apocalipsis: el fin de los tiempos
RomanceSarah lleva ya 6 años en la Tierra, observando a los humanos y evitando las catástrofes que van surgiendo. Enzo apenas lleva un par de años, enviado por Dios para frenar el final de los tiempos. Él, un ángel. Ella, un demonio. Elegidos desde sus re...