Enzo volvió unos minutos después con una caja del archivo. La dejó encima de mi mesa de golpe, haciendo que me sobresaltara un poco y le fulminara con la mirada. Casi no nos conocíamos y ya me caía mal.
—Ahí está todo, tampoco es que sepamos demasiado, solo quien es la víctima y la escena del crimen... Ni siquiera hay arma o sospechosos— dijo suspirando y se sentó en una silla en frente de mi mesa sin preguntar ni nada.
Respira, no lo mates...
—Supongo que podré hacer algo con eso... O al menos intentarlo— respondí en un susurro mientras apartaba un poco el portátil y abría la caja, sacando todos los documentos que había dentro.
Unos minutos después hablé, sin levantar la mirada.
—¿Fue en su casa? ¿Y no había testigos?— pregunté extrañada.
—Exacto, ni testigos ni ADN ni nada... Estamos en un callejón sin salida. Interrogamos a la señora de la limpieza que fue quien le encontró a la mañana siguiente pero no sabía nada. Los vecinos tampoco nos pudieron decir nada...—.
—Entiendo... ¿Algún posible enemigo?—
—Que va, era dueño de una pequeña empresa de papelería que apenas llevaba unos meses abierta... Su secretaria tampoco supo decirnos nada...—
Me pasé las manos por la cara un momento, tratando de despejar la mente.
—Hay algo que no cuadra en todo esto... ¿a que no?— me susurró, acercándose un poco, inclinado sobre la mesa.
—¿Eso creo que es algo que queda bastante claro no?— dije mirándole atenta, con un tono de leve sarcasmo. —La pregunta no tan obvia es qué falla...—
—La verdad es que el caso parece algo paranormal... Quien sabe si tendremos que hacer algo como en el caso de Verónica del siglo pasado en España, poniendo hechos paranormales en la causa— soltó una risa suave y yo le miré atenta, tensa por la posibilidad que planteó.
—Ya le gustaría a mucha gente que esto tuviera algo paranormal... Probablemente solo sea un asesino con una mente cuanto menos retorcida... Falta descubrir quien es y por qué...— comenté mirándole.
—Para eso se supone que estás aquí, ¿no?— preguntó sonriendo divertido. —Anda nueva, haz tu magia. Demuestra que eres tan buena como se dice—.
Rodé los ojos algo frustrada.
—Eso intentaba hasta que te has puesto con tus suposiciones y comentarios— respondí, sonriendo irónica.
Le vi que se levantaba con la misma expresión y se alejaba algunas mesas, a la que supongo era la suya. Suspiré y me centré en leerme todos aquellos documentos mientras bebía mi café.
Unas 2 horas después vi que una figura aparecía delante mío. Levanté la mirada y sonreí al ver al agente Vawel.
—¡Michael!— dije entusiasmada —¿Qué haces aquí?—
—Tengo pausa para comer y había pensado que si quieres podemos ir a comer juntos, así te enseño algún sitio que merezca la pena—
—Suena genial— respondí feliz. —Me encantaría ver un poco la zona—.
Me levanté cerrando el portátil y colocando algunas cosas un poco.
—¿Vamos?— preguntó sonriendo mientras cogía mi chaqueta y mi cartera para guardarla. Agarré el móvil y asentí.
—Vamos—.
Cuando íbamos saliendo del departamento me giré y vi que Enzo me miraba. Cuando este se dio cuenta la apartó, volviendo a lo que había en su ordenador. Me extrañó bastante pero no tuve tiempo a pensar demasiado cuando bajamos Michael y yo las escaleras.
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Apocalipsis: el fin de los tiempos
RomanceSarah lleva ya 6 años en la Tierra, observando a los humanos y evitando las catástrofes que van surgiendo. Enzo apenas lleva un par de años, enviado por Dios para frenar el final de los tiempos. Él, un ángel. Ella, un demonio. Elegidos desde sus re...