Amigos.

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[…]

Izuku da uno, dos pasos y se detiene. La puerta de metal es amplia y brilla, como era de esperarse de la mejor escuela de heroes de Japón. Aunque él no sea la excepción, cree que dista mucho de ser el prospecto de simbolo de la paz. Si acaso llegase a considerarsele como el heroe numero 1, sería aquello el milagro más grande de la vida.

No es eso, se dice. Sus problemas de autoestima no son el asunto a tratar ese día. Lo que sí importa, en cambio, es descubrir qué quiere Yaoyorozu de él, de entre todas las personas. Respira, duda y se enreda más que antes. No encuentra una razón lógica o, cuando mucho, que no implique algún tipo de maltrato o chantaje hacia su persona.

—¿Midoriya-san?

Su corazón se detiene por un momento y, cuando la ve frente a él, salta de su lugar, estremecido.

Parece que has visto a un fantasma.

Ella ríe y él lo hace también, nervioso.

—¿Q-que querias de mi, Yaoyorozu-san?

Le sudan las manos y se las pasa descuidadamente por sus pantalones. Momo le mira, con sus profundos y hermosos ojos negros. Izuku teme haberla hecho enojar.

Nada en particular —ella le resta importancia. En el fondo, a él le duele aquello—. Iida-san me pidio que te entregara unos papeles.

Izuku la mira detenidamente. ¿Siempre sus ojos fueron tan atrapantes? ¿Hace cuánto su cabello negro es tan brillante? ¿Ha sido así desde antes, tan esbelta, tan frágil?

¿Y si...quizás, nunca hubiese sido admiración lo que senria por ella?

T-te lo a-agradezco, Yaoyorozu-san

Ella no se va, en cambio, se sienta a su lado. Silenciosa, inusualmente silenciosa.

—¿Necesitas algo más, Yaoyorozu-san?

Momo le mira, perpleja. Los colores se le suben a la cara y comienza a tartamudear. Siempre se ponía así cuando se trataba de el.

Cuando ella le habla sobre Todoroki, cuando sus ojos brillan incluso más y se toca el cabello, nerviosa, Izuku sabe qué es lo que ella necesita de él. Un consejero, un amigo.

Le sonríe, porque así debe ser. Espero, muy en el fondo, él desea que ese sentimiento creciendo en él, tan profundamente arraigado, se hubiese quedado en simple admiración.

𝙹𝚞𝚜𝚝 𝙵𝚛𝚒𝚎𝚗𝚍𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora