-¡Por todos los duendes de Gringotts, James! -el grito salió ahogado, casi sofocado por el puro terror-. ¡Padre nos van a matar! Nos va a resucitar para matarnos de nuevo. ¿Cómo se te ocurrió dejar un giratiempo al alcance de niños de tres años? ¿Ti...
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—Amm... Y-yo... —Harry tartamudeó, buscando desesperadamente una excusa que lo salvara de la situación.
—No, papá, ni intentes excusarte. Todos te es... —James estaba por terminar su frase cuando, de repente, un ruido sordo interrumpió la conversación.
¡PUM!
Todos voltearon en dirección al sonido y se encontraron con Ron Weasley desmayado en el suelo, con los ojos en blanco y la boca entreabierta como si estuviera al borde de una crisis existencial.
—¡Ron, por favor, no era para tanto! —Hermione se apresuró a arrodillarse junto a él, sacudiéndolo levemente por los hombros.
—¡Eso era muy obvio, Weasley! —Pansy añadió con una risa burlona mientras se cruzaba de brazos.
—Ay, Merlín, ¡alguien tráigale un vaso de agua antes de que termine muerto por falta de aire! —se burló Blaise, claramente divirtiéndose con la escena.
Mientras nueve personas intentaban hacer reaccionar al pelirrojo, los más pequeños de la sala habían decidido ignorar el drama y se dedicaban a jugar con juguetes que sus hermanos mayores habían invocado. Scorpius estaba completamente concentrado en hacer volar un pequeño dragón de juguete, mientras que Albus estaba construyendo lo que parecía ser un castillo con piezas flotantes.
Harry y Draco, por otro lado, no se habían movido ni un centímetro desde que la conversación tomó un giro inesperado. Seguían mirándose fijamente, ambos con el rostro encendido en un evidente sonrojo, demasiado conscientes de la revelación que sus hijos habían hecho frente a todo el grupo.
Finalmente, tras varios minutos de intentos fallidos por despertar a Ron, este reaccionó de golpe, abriendo los ojos de par en par y sentándose de un salto como si hubiera visto a un dementor.
—¡Hermione! ¡Acabo de tener la peor pesadilla de mi vida! —exclamó con una mezcla de confusión y pánico en la voz.
—¿Cuál es ahora? —preguntó la castaña con paciencia, cruzándose de brazos.
—Los hijos de Harry y Malfoy existían... —Ron miró con horror a los niños de la sala, que lo observaban con diversión. Luego, su rostro se descompuso aún más—. Además, Harry se molestaba porque Greengrass estaba cerca de Malfoy... ¡Eso es imposible!
—Ejem —James aclaró la garganta, llamando la atención del pelirrojo—. Si somos reales, padrino.
—Y papá sí se molesta cuando la tía Astoria se acerca mucho a padre —agregó Draconis con una sonrisa ladina.
Harry sintió un escalofrío recorrerle la espalda cuando todos voltearon a verlo con expresiones expectantes.
—¿En serio le dicen "tía"? —el moreno entrecerró los ojos, fulminando con la mirada a un Draco todavía en shock. —Todo es tu culpa, Malfoy.
