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Por Elizabeth:

Me encontraba entrenando en la arena de combate con mi ejército, en él se encontraba mi mejor amigo Elías, éramos casi inseparables, nos conocíamos tan bien que podríamos decir todo sobre el otro e incluso nos acabábamos las frases de vez en cuando y luego estaba, Gabriel, bueno, nuestra relación era un poco más...complicada.

-Debes combatir poniendo al frente la pierna derecho y los puños así- hice una pequeña demostración, Ahhhh, como odiaba a los novatos, tenía que enseñarles todo desde el principio, una auténtica pérdida de tiempo. Al acabar el entrenamiento se me acercó mi amigo

-Sabemos que odias a los nuevos pero dales un respiro, anda- 

-Bufff, ellos deberían dármelo a mí- me dedicó una sonrisilla

-Sabes hoy llega el rey de Printland.- le puse cara de asco- y no puedes escaquearte, dijo que quería conocer a la comandante en persona. Este tratado es crucial para nuestro reino, debes presentarte.- rodé los ojos.

-¿Y no puedes ir tú por mí?, odio estas reuniones, solo se alabarán unos a otros sin descanso, sabes que eso no es lo mío, prefiero arrancarme los ojos que tener que presenciar una reunión más.

-No me dejarán ir sólo a mí, necesitan a la comandante, no a un simple ayudante, y lo sabes perfectamente-

- No eres simplemente un ayudante- le guiñé un ojo a Gabriel discretamente para que el resto no se diera cuenta de nada- y lo sabes, eres mi mejor amigo- Elías me sonrió cariñosamente y me dejó cuando se acercó Gabriel hacia donde estábamos, mientras se largaba, Elías me hizo el gesto de un teléfono con la mano, un claro cuéntame más tarde todos los detalles ante el cual reí suavemente.

-Ummm, quizá me debería sentir utilizado- dice Gabriel al llegar a mi lado. Hace como si se lo pensara mientras yo voy recogiendo mis cosas- aunque también podríamos vernos esta noche- me susurra al oído aunque los demás se hayan ido hace rato.

-Esta noche no puedo, tengo trabajo, tenía que redactar unos documentos sobre las bajas, los heridos, etc. de las últimas batallas.

- Hace una semana que no vienes por las noches, ¿pasa algo?- me escruta con la mirada-¿o es que sabes algo de él?

-De quién-

-Obviamente hablo de tu alma gemela, de quién va a ser sino, durante el ritual parecía como si te sorprendieras de quien viste en el árbol, ¿no?

-No, no es por él, ni siquiera lo conozco, y lo más probable es que no lo conozca nunca, es mejor así. ¿Qué hay de la tuya, sabes algo de ella?

-Todavía no, pero la siento cerca, creo que está por aquí- yo también sentía a mi alma gemela cerca, pero no quise decir nada, no quiero que se entere, me rozó suavemente la cintura con el brazo la pasar por mi lado y se acercó a mi rostro- mmm, ¿entonces?, ¿Cuándo podré verte?

-¿Así que asumes que me verás?- pregunté con tono ronco, su brazo había subido un poco y se había posicionado muy cerca de mi pecho, y su otra mano acariciaba mis labios, entreabriéndolos un poco

-Claro, dicen que hago maravillas en la cama, ¿no te apetece comprobarlo?- me susurró en el oído, su mano me tocó directamente el pecho mientras que la otra se abría camino entre mis piernas.

- Te lo tienes muy creído, no eres el mejor con el que he estado-

-Pues eso no es lo que decías antes, tus ojos brillaban de éxtasis cuando estabas debajo de mí- acercó más su rostro al mío y nos besamos excitados, su lengua entró en mi boca y saboreó todo el interior de la misma mientras que yo degustaba la suya, me sentía excitada, no era lo que se sentía con tu alma gemela, no sentía cariño más allá del que se sentía por un amigo, por alguien con quien habías luchado a tu lado, y eso me gustaba, me gustaba no tener que sentir esa conexión que decían sentir las almas gemelas, me encantaba poder controlarme a su lado, y poder dejarlo si  me aburría en algún momento de él. 


Almas gemelasWhere stories live. Discover now